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Última actualización: 16/06/2009

NIÑAS Y NIÑOS EN ESCENARIO DE BIODIVERSIDAD CULTURAL

Testimonio de vivencias

Julio Monsalvo
 
            El norte argentino es un territorio poseedor de una gran riqueza. Me refiero a la riqueza  de la biodiversidad cultural.
            Este norte argentino es el escenario en donde fluyen mis vivencias desde hace casi treinta años. El fluir de la vida me regala el deambular por Chaco, Formosa, norte de Santa Fe, Corrientes, Misiones y Santiago del Estero.
            Es así como me relaciono con los Pueblos Qom, Wichí, Mocoví, Pilagá, Mbya-Guaraní y con el mundo campesino criollo con sus particulares características regionales.
            A todos ellos expreso mi gratitud por haber generado en mi persona las energías para emprender un andar haciendo caminos de des-aprehendizajes, los cuales, a su vez,  me permiten acceder a otros aprehendizajes.
            En esta territorialidad veo nacer, crecer y desarrollarse a niñas y niños quienes en algún momento “se reciben de mamá o de papá” y otras niñas y niños nacen, crecen y se desarrollan...
            Estas vivencias generan revivencias, reflexiones y entusiasmos para compartir propuestas sensopensando en un mundo “que respete, aprecie y celebre toda la vida y diversidad; un mundo que permita el florecimiento de los talentos y habilidades”. (1)       Un mundo en donde las futuras generaciones puedan disfrutar de la vida saludablemente.
 
Remontando tres décadas
            Estoy llegando al oeste chaqueño. Me dispongo a trabajar con comunidades del Pueblo Originario Qom (también conocidos con la denominación “Tobas”)
            Llego con ideas y con entusiasmos para “hacer algo por los tobas” con mis saberes y haceres de médico pediatra.
            Sin embargo estoy totalmente vacío de conocimientos referidos a la relación con comunidades poseedoras de otras culturas y con una información fragmentada de su historia.
            A poco andar siento que diariamente percibo actitudes y conductas diferentes que me conmocionan-
            La intelección va quedando atrás y lentamente tomo conciencia del vivenciar las vivencias.
            Casi de inmediato me doy cuenta que “nada hago por los tobas”. Todo lo contrario, tomo conciencia que cotidianamente estoy recibiendo de este Pueblo otras maneras de ver el mundo. Esto es una de las riquezas más bellas que llega a mi vida.
 
La solidaridad
            Un cooperante europeo se siente muy apenado porque siete jóvenes a quienes ha enseñado carpintería “no progresan”.
            Reciben todos los fines de mes un salario y además realizan tareas particulares en el pueblo con excelente profesionalidad.
            “No progresan”, dice el amigo cooperante, “no mejoran sus viviendas, ni siquiera se compran una bicicleta. Viven en la pobreza a igual que todos en su barrio”. Al poco tiempo, muy frustrado, nuestro cooperante regresa a su país
 
 
            Visito el barrio que se halla a un kilómetro del casco urbano con un montecillo de por medio  Me encuentro con 41 viviendas, todas muy precarias, en donde habitan un total de 61 familias Qom.
            Para la provisión de agua, se cuenta sólo con cuatro grifos y una cisterna. Existen cuatro letrinas públicas sin arrastre de agua.
            Recorro los hogares uno por uno, charlo con las familias  y descubro algo que me fascina: el sueldo de esos siete obreros se distribuye entre todas las familias del barrio.
            Lo mismo ocurre con los otros ocho salarios que corresponden a cuatro obreros municipales, a un empleado en una escuela y a tres trabajadores de la salud
            De todos ellos una sola es mujer, Josefina López, una enfermera consagrada a su pueblo y a quien recuerdo con profunda admiración y cariño.
            La solidaridad es una característica constante. Se comparten las nutrias que se han cazado en el bosque,  las sandías que se han recolectado como así también los peces que se extraen del Río Bermejito, previo el haberle pedido permiso.
           
El respeto
            Solidaridad respetuosa. Respetuosa en el compartir, respetuosa en la manera de conseguir alimentos naturales.
            Al llegar a este escenario retomo el ser “médico general”. En “esos tiempos” éramos tales los que nos graduamos en la Facultad. Vuelvo a mis años de médico único en un pequeño pueblo de las sierras cordobesas
            Recorro los montes con el joven veinteañero Rubén Rodríguez, trabajador de la salud, enfermero, excelente baciloscopista.
            Rubén me ayuda en las visitas a las comunidades para comunicarme, ya que  habla muy bien el castellano
            La traducción no es para nada literal. Voy descubriendo que el idioma revela cómo se comprende el mundo.
            Percibo los tonos de voz a bajos decibeles para nuestros oídos. Habla una sola persona por vez y sólo habla si tiene algo interesante que decir y por lo tanto todos escuchan.
            Abundan largos silencios. Los tiempos para responder una pregunta sorprende. La persona a quien se le pregunta se siente valorada y se toma su tiempo para responder lo que corresponde
            Tomo conciencia de que en estos meses que llevo transitando por esas “picadas” abiertas entre los vinales con machete en mano, jamás había visto a una mamá o a un papá maltratar a su niño. Algo que tan frecuente veía en “la gran ciudad”: gritos, zamarreos, castigos corporales, humillaciones.
            Lo comento a mi compañero. Asombrado Rubén me pregunta.: “Pero... ¿cómo?... ¿es que ustedes le pegan a los chicos?” 
            Más adelante participo de “asambleas” en donde la comunidad toda trata sus asuntos. Entre ellos se incluyen situaciones problemáticas. Otro concepto de familia y de comunidad. Todos se cuidan y tratan sus asuntos involucrándose en lo que le ocurre a su hermana o hermano.         
            El tiempo no existe. Se conversa larga y fluidamente hasta que se llega a un consenso. No se decide por mayoría, “no hay elecciones”.
            Silencios respetuosos. Respuestas precisas a las preguntas formuladas. Respeto a sus niñas y sus niños. Solidaridad. Respeto a sus montes y a sus ríos.
 
Aprendiendo por las vivencias
            De esta manera me voy iniciando en el diálogo intercultural tratando de descubrir desde qué valor se generan esas actitudes, esas conductas diferentes a las actitudes y conductas que son propias  de mi cultura.
            Descubro que el “no pegar” a los niños se genera desde un profundo “respeto a la persona”; que el repartir sus salarios y los alimentos, desde el valor  “solidaridad”; el pedir permiso al río para obtener peces para alimentarse, del valor del “respeto a toda forma de vida”.
            Y en ese descubrir se producen interrogantes que van a poner en evidencia desde qué “valor”  mi cultura genera sus conductas.
            ¿Cuál es el valor “progreso” que hace que “naturalmente” todo lo adquirido sea “sólo para mí”? ¿Cuál es el valor “educación” que lleva a maltratar a un niño? ¿Cuál es el valor “negocio” que provoca el depredar el río, los bosques? ¿Son “valores”? ¿O anti-valores?
            Llega a mi ayuda Jean Charpentier. Disfruto de sus conversaciones y de las lecturas de sus trabajos.
            Jean Charpentier es un reconocido sociólogo rural. Venido de su Francia en los 70 impulsando las escuelas de las familias agrícolas en varias provincias. Escuelas que adoptan la “pedagogía de la alternancia” (2)
            Jean nos enseña que detrás de las conductas hay imágenes, normas que surgen de valores que son la esencia de la cultura.
            Gradualmente voy encontrando las palabras (la intelección) a la música nueva que la vida me estaba enseñando (las percepciones vivenciales) (3)
            ¡Comienzo a darme cuenta que las vivencias son  instrumento de conocimiento! Ahora voy entiendo lo que escucho de mujeres campesinas: “no he ido a la escuela pero la vida me ha enseñado”, “mi cuerpo tiene sabiduría”.
 
La historicidad
            En este dialogar voy comprendiendo que estos pueblos eran los habitantes que “desde siempre estuvieron aquí”. Qom, mocovíes, pilagás, wichies, eran pueblos que vivían libremente en estos territorios. La ocupación del Gran Chaco comienza militarmente desde 1870 en adelante.
            La Constitución de 1853 establecía que “el Gobierno federal fomentará la inmigración europea...”                                        
            Un artículo que revela un proyecto de país asumiendo la cultura eurocéntrica y con un fuerte sesgo discriminatorio con todas sus implicancias. Ese artículo se mantiene en la Constitución de 1994   
            Un recordatorio de algunos hechos trágicos en pleno siglo XX, nos hace tomar conciencia de la necesidad de incorporar la historicidad en el diálogo intercultural:
·        1919: Fortín Yunká (Formosa)
·        1924: Napalpí (Chaco)
·        1933: El Zapallar (Chaco)
·        1947; La Bomba (Formosa)  
 
            Ya en los ochenta, con el advenimiento de la Democracia, varias provincias sancionan leyes de reparación histórica a los pueblos originarios disponiendo entregas de tierras que tradicionalmente ocupan en propiedad comunitaria.                        
            En 1985 el gobierno de Formosa, en la persona de su entonces gobernador Floro Bogado, se constituye en Campo del Cielo para hacer entrega de las tierras en propiedad comunitaria. El cacique, Ramón Suárez, se presenta ataviado como un guerrero pilagá vencedor.  Ramón Suárez es un sobreviviente de la masacre de La Bomba. En ese entonces era un niño 9 años.
           
La educación
            En varias provincias se van abriendo escuelas bilingües. Se cuenta con un maestro de la propia etnia, que trabaja junto al docente titular.
            Antonio Gómez, maestro del Pueblo Mocoví, de la Provincia de Santa Fe nos dice con una espléndida sonrisa de lo feliz que está con su escuela, ya que por ser bilingüe, contribuye sustantivamente en la preservación del idioma, en especial en las jóvenes generaciones.
            En un momento de la conversación se le hace recordar que la escuela también es bicultural.
            Sonriendo permanentemente nos dice que “eso es otra cosa, pues la escuela es de la cultura que ganó”. Y se explaya de las características de la “cultura que ganó”, para la cual es más importante el automóvil y los ladrillos que el ser humano, en tanto “para el mocoví es todo lo contrario”.
            Nos hace ver que “antes había monte”, pues el mocoví le pedía permiso para entrar y de allí obtener un alimento o una medicina.
            Ahora, nos dice “hay muchas religiones, pero ninguna hace lo que Dios dice”.No se “ora antes de entrar el monte, sino que se entra, se mata, se depreda”
            Durante todo el transcurso de esta larga conversación observamos que las niñas y los niños juegan libremente, se acercan a su maestro, lo abrazan y en ningún momento son rechazados o reprimidos.
            Conversando con un anciano cacique y paí de su comunidad Mbya-Guaraní nos revela que una de sus funciones es recorrer la aldea cuando se va poniendo el sol, para asegurarse que las niñas y los niños estén con sus padres en sus hogares.
 
El sentido de pertenencia
            Tanto en los Pueblos Originarios como en el mundo campesino criollo, se percibe un sentir de pertenencia a su lugar. El sentirse que es un componente más del ecosistema local. Sentirse parte-de la Naturaleza. El ser humano una hebra más en la trama de la vida. (4)
            Este sentir de pertenencia se traduce en otras actitudes, en otra ética relacional y no solamente en lo que atañe a actitudes personales sino en la visión social y política de la sociedad humana.
            Escuchemos lo que nos expresa una voz campesina, la de Francisco “Tingo” Vera.
            Francisco “Tingo” Vera, nacido y criado en la selva misionera, en el Departamento San Pedro, nos invita a leer “el libro del Bosque... que nos da tantas lecciones para la comunidad de los seres humanos” Y nos regala esta contundente reflexión:
 
                         “Si observamos en el bosque no hay mayores problemas. ¿Por qué es             así? No existen problemas porque en el bosque no hay egoísmo, siempre están             trabajando uno para el otro. Hay una ayuda mutua entre las raíces de los árboles             y los microorganismos y entre los vegetales y los animales, ya que se producen             pasturas y frutos. Hay ejemplos para la Humanidad. No hay egoísmos y todos  trabajan una para el otro. Existen familias, cientos en una hectárea de selva y no             se molestan una a otra.”
 
         Y concluye su compartir diciéndonos: “Este es uno de los tantos ejemplos de solidaridad que tiene esta comunidad de vida en la selva y que los seres humanos no practicamos”. (5)
 
Diálogo intercultural: hacia una nueva cultura
            Las vivencias en este territorio de biodiversidad cultural generan sensopensares en mi persona,  en relación a las niñas y a los niños de hoy y a las niñas y a los niños que de ellos nacerán.
            Los “cachorros humanos” nacen, crecen y se desarrollan viendo e imitando conductas consensuadas que se generan en valores culturales paradigmáticos que no se discuten.
            Valores que comienzan a ser cuestionados justamente cuando se da el diálogo intercultural. “Cada uno descubre su cultura  cuando descubre la del otro, y descubre la del otro cuando profundiza la suya”, es una de las premisas propuestas por Jean Charpentier.
            Este diálogo intercultural tiene implicancias mucho más allá del ser y estar como trabajadora o trabajador en el campo de la salud pública. Tiene que ver con la propia vida personal en todas sus facetas ya que se confrontan valores de una cultura y otra.
            Este dialogar nos va llevando ante opciones que implique no sólo cuestionar nuestros propios valores, sino también modificarlos y aun sustituirlos.
            Los valores, el paradigma, la manera de ver el mundo, es una percepción espiritual y la emoción es la “que define la acción” nos dice Maturana. (6)
            Nos sigue explicando este autor, que si se dan condiciones de cambio emocional puede surgir una nueva cultura y por lo tanto toda persona puede pertenecer a diferentes culturas en diferentes momentos de la historia de su vida.
            Y estos sensopensares van provocando ensoñares. Ensoñar un mundo con una nueva cultura aprehendida de la sabiduría milenaria de los pueblos “que siempre han estado aquí” 
            Una nueva cultura que genere un mundo de paz, de justicia, de desarrollo ecológicamente sustentable. Un mundo en donde niñas y niños nazcan, crezcan y se desarrollen viviendo saludablemente integrando ecosistemas saludables
            Y los ensoñares mueven la historia.
 
Abrazo de Paradigmas
            Esta nueva cultura tendrá como corazón de la misma el valor “respeto a la vida y a toda forma de vida”. Parecería que éste fuera el valor ancestral de nuestra especie.
             ¿Por qué una nueva cultura?
            Una nueva cultura diferente a la dominante que ha dado pruebas por demás evidentes que este valor está ausente. .
            ¿Cómo recuperar ese valor esencial para que la nueva cultura de la vida amanezca?
            Leer “el libro del bosque”, nos dice con sencillez Tingo Vera. “Alfabetizándonos ecológicamente”, nos dice Fritjof Capra.
            Fritjof Capra, físico que se halla en la frontera de la ciencia bregando de hace años por un nuevo paradigma científico, al afirmar que es necesario “ecoalfabetizarnos” nos está diciendo mediante un discurso académico, lo mismo que Tingo Vera:
            “Ser ecoalfabeto, significa comprender los principios de organización de las comunidades ecológicas (ecosistemas) y utilizar dichos principios para crear comunidades humanas sostenibles.”
            Capra, es muy concluyente: “la supervivencia de la humanidad dependerá de nuestra alfabetización ecológica” (4)
            El Planeta todo es un ecosistema. Este ecosistema Planeta Tierra está enfermo por la intervención insensata del ser humano.
            El clamor de la Humanidad por la vida se escucha cada vez más fuerte.
            Urge que el nuevo paradigma de la ciencia se abrace con las sabidurías ancestrales de los pueblos originarios.
 
Mujeres campesinas   
            En el mundo criollo me fascina el protagonismo de la mujer campesina en la defensa de la vida.
            Este protagonismo se evidencia en el día a día transmitiendo los valores culturales a sus hijas e hijas, compartiendo con otros grupos de mujeres recetas de cocina, remedios caseros, conocimientos para cultivar alimentos, pesando a sus niñas y niños de manera comunitaria para evaluar su crecimiento y a través de muchas otras actitudes solidarias.
            La hemos visto también activistas en acciones concretas para preservar la vida, tales como lucha contra las fumigaciones aéreas de los campos aledaños como en manifestaciones en defensa del Río Paraná oponiéndose a la construcción de grandes represas.
             Más de una vez expresan que la salud de las personas depende de la salud del suelo. “Si el suelo no está vivo, ni hablar”, nos dicen con énfasis.
            “Con el suelo vivo tendremos plantas sanas, animales sanos y entonces recién podremos hablar de personas sanas”
            Es la mejor definición de la salud de los ecosistemas que he escuchado.
           
Hacia la salud de los ecosistemas  
            Allá por el 96 nos encontramos con un grupo de mujeres campesinas que desean conocer de qué se trata el “NBI” (Necesidades Básicas Insatisfechas)
            Teniendo ya claro que NBI es un indicador numérico y con esa sabiduría de la vida, expresan que “lo básico es lo esencial, lo indispensable para vivir”. Y lo indispensable no son los números.
            ¿Y qué es entonces lo indispensable?
            Responder a esta pregunta provoca una reflexión de la cual surge la identificación de los componentes esenciales para la vida que deben estar presentes  saludablemente en el ecosistema local.
             El nombre de cada uno de estos componentes comienzan con la letra “A”: Aire, Agua, Alimento, Albergue, Amor, Arte. Lo que deviene a llamarse después las seis “A” de la Esperanza.
            “Si estas “seis A” están sanas tendremos salud...”, nos dicen.
            Y sigue la reflexión sintiendo a la salud como un proceso y no como “un estado de normalidad”. La salud tiene gradientes, puede ser cada vez más saludable.
            Una salud saludable se la percibe por la alegría circulando en la sangre. De aquí surge el neologismo “Alegremia”
.          
Proyecto Educativo “Esperanza y Alegremia”
            Las reflexiones de este grupos de campesinas son conversadas y enriquecidas en diversos ámbitos populares, estudiantiles y académicos de nuestro país, llegan  a Patricio Matute, comunicador social del Centro “Niño a Niño”, de Cuenca, Ecuador.
            Patricio tiene la idea de convocar a docentes de seis escuelas de su ciudad y proponer que se trabaje una “A” en cada una de ellas.
            En junio de 2004 centenares de niñas y niños desfilan por las calles de la ciudad llevando sus propuestas para un Mundo más saludable.
            De esta manera surge la “Esperanza y Alegremia” como un proyecto educativo que tiene a niñas y niños como protagonistas.
            El entusiasmo es contagioso, nuevas escuelas se suman a esta iniciativa y se producen materiales gráficos, en audio y en video.
            Del 17 al 23 de julio de 2005 tiene lugar en esa ciudad la II Asamblea Mundial de Salud de los Pueblos.
            Durante este evento se desarrolla en forma paralela el Foro Global de la Niñez “Esperanza y Alegremia”.     
            Más de 60 escuelas de varias provincias acuden a esta convocatoria que finaliza con una marcha y una declaración de las niñas y de los niños. (7)
            En nuestro país, escuelas de Formosa, Chaco, y Santa Fe, ya han realizado talleres en distintos niveles educativos. También se han tenido experiencias con grupos de adultos y en ámbitos universitarios.
             En Montevideo, Uruguay, se tiene experiencia trabajando con niñas ciegas y de baja visión y en Cali Colombia, con grupos de mujeres y en una escuela no formal.
 
¿Cómo se trabaja esta herramienta educativa?
            Previa presentación del concepto ecosistema, contexturado en el paradigma biocéntrico, se propone a las y a los estudiantes reflexionar sobre cada uno de los componentes esenciales del ecosistema local: Aire, Agua, Alimentos, Albergue/Abrigo, Amor, Arte (“seis A” de la Esperanza).
            Para ello se sugieren las  siguientes consignas
·        ¿Qué tiene que ver conmigo? – De esta manera se pretende involucrar vivencialmente al educando con su entorno.
·        ¿Cómo se halla en mi ecosistema local? – Toma de conciencia de la salud de su entorno que tiene que ver con su propia salud
·        ¿Qué hacer? – La idea es motivar a una acción colectiva para el cuidado de la salud de su ecosistema local.
 
            Esta forma de trabajar está demostrando que se trata de una poderosa herramienta pedagógica al alcance de todas y de todos y que, por sus características, atraviesa a todas las disciplinas.
            De manera colectiva, en diferentes ámbitos y países se va construyendo este nuevo concepto de Alegremia como un proceso que nace de dentro, que no se puede medir ni comparar.
            El “ambiente” ya no se lo concibe como un objeto “variable de estudio” ya que s somos parte-de, en otras palabras, “somos pertenecientes al ecosistema y no poseedores del mismo” 
         Una hermosa manera desde el sentimiento, revolucionar los paradigmas culturales. Una revolución que consiste en sustituir el paradigma cultural antropocéntrico por el paradigma centrado en la vida, generando así la nueva cultura.
        
Notas
1.        Declaración para la Salud de los Pueblos, aprobada en la I Asamblea Mundial de Salud de los Pueblos, Bangladesh, diciembre 2000. Esta Declaración constituye la plataforma de acción del Movimiento Mundial por la Salud de los Pueblos que surge de dicha Asamblea.
2.        Jean Charpentier (1928-1997) expresa su pensamiento en un trabajo titulado “Aprender Haciendo”, editado por Incupo, Reconquista, 1981
3.        “Vivencia significa lo que tenemos en nuestro ser psíquico, lo que real y verdaderamente estamos sintiendo, teniendo en la plenitud de la palabra tener”, Gabriel García Morente, Lecciones Preliminares de Filosofía, Losada, Buenos Aires, 1952.
4.        Fritjof Capra, en su libro “La trama de la vida, Una nueva perspectiva de los seres vivo”.,  Anagrama, Barcelona, 1998., reúne aportes de diversos científicos que cuestionando al paradigma dominante en las ciencias van construyendo un “nuevo paradigma”.
5.        Reportaje realizado en enero de 1999 publicado fragmentariamente en el Boletín Red de Redes, Nº 9, junio 2004.
6.        Humberto Maturana expone sus conceptos de cultura y sus propuestas, en “Amor y Juego, fundamentos olvidados de lo humano”, Instituto de Terapia Cognitiva, Santiago de Chile, 1995.
7.        Declaración Mundial de la  Esperanza y Alegremia.
            Los niños y niñas del mundo determinamos que:
El AIRE está contaminado porque las empresas y las fábricas contaminan este elemento. Se deberían colocar filtros en las grandes fábricas para que no contaminen. Además la emisión de gases tóxicos de los vehículos, los pitos y el uso de aerosoles también contamina el aire.
El AGUA de nuestros ríos, lagunas y mares está contaminada. Se deben realizar campañas de educación para no botar desechos tanto en sus cauces como en sus orillas. El agua potable también debe llegar a las poblaciones más alejadas de las ciudades, porque es un derecho de todos.
Debemos consumir ALIMENTOS SANOS y no comer “comida chatarra”. No deberíamos alimentarnos con productos que contengan agro-tóxicos, transgénicos, colorantes, preservantes, que producen sobrepeso y bajo rendimiento escolar. Consumir colas y gaseosas es malo para la salud, porque contiene ácido fosfórico que produce la osteoporosis y otras enfermedades. Se debe erradicar el hambre de millones de seres humanos.
Para que exista ABRIGO/ALBERGUE para l@s niñ@s y los padres no migren de sus países, debe de crearse más fuentes de trabajo con salarios justos, para que tengamos más calor humano, protección y sobre todo atención. Los niños tenemos derecho a una vivienda digna.
Hay que dar AMOR a todos y ser concientes de que las guerras afectan primero a los niños y niñas. Hagamos que en el mundo se promueva una “cultura de paz y respeto mutuo”, para evitar la codicia y el egoísmo de los adultos.
El ARTE debe de de ser interactivo para mantener nuestra identidad cultural promoviendo música, danza, teatro y sobre todo la producción de artesanías que en muchas regiones del planeta son elemento de sustento económico de muchas familias.
El Proceso Educativo: Esperanza y Alegremia se debería insertar en los programas de educación del mundo para Eco-alfabetizar a los infantes y crear conciencia por una Tierra Nueva.
¡Esperanza y Alegremia con mucha energía para todo el universo!
Los niños y niñas del Foro Global de la Niñez: Esperanza y Alegremia
Cuenca, Ecuador 22 de Julio de 2005
 
 

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