Cartas que salen del cuerpo » #15 - Energía y Salud de los Ecosistemas (24/11/07)

Última actualización: 21/06/2009

Salud de los Ecosistemas es un concepto que surge del Paradigma Biocéntrico.

 
Desde el Paradigma Antropocéntrico, propio de la cultura occidental dominante, el hombre se coloca por fuera, por encima y aun, en contra de la Naturaleza para someterla en aras del llamado “modelo civilizatorio”, signado por un “progreso” de producción y consumismo incesante.
 
En tanto, desde el Paradigma Biocéntrico, que tiene por valor esencial la Vida, el ser humano se asume como una hebra más en la trama de la vida, tan importante como la hebra de la vida que es otro ser de cualquier otra especie.
 
Con este sentimiento de pertenencia surge una mirada de la salud de manera integral que hemos llamado “Salud de los Ecosistemas”
 
La salud es una sola, es un proceso vital, y la Vida tiene una sabiduría propia a la cual todos los seres le pertenecemos. Por lo tanto, la salud de cada uno, es un mismo proceso. La salud es la emergencia de las relaciones entre todos los seres y de cada uno con el Todo.
 
La salud de los ecosistemas es sentipensar permanentemente en las relaciones de todas las partes del ecosistema.
 
Compartiendo esta concepción hemos propuesto un sencillo primer paso para la formulación y ejecución de políticas. Este primer paso consiste en respondernos si el emprendimiento que proponemos aporta a la salud o a la no-salud de los ecosistemas.
 
Ecosistemas en los cuales, reiteramos, la especie humana con sus relaciones sociales, económicas y políticas es un componente más.
 
Cada vez más se habla, se discute, se polemiza, se investiga acerca de las fuentes de energía. Los grandes medios de comunicación se hacen eco de ello.
 
Tratemos de mirar cómo influye en la salud de los ecosistemas las principales fuentes de energía en la actualidad.
 
Carbón, gas, petróleo contribuyen de manera sustantiva al desarrollo del llamado “progreso”.  Un “progreso” signado por el dominio del consumismo que trata de someter a toda la humanidad a su esclavitud.
 
Asimismo han aportado y aportan al calentamiento global, enfermedad del Planeta todo, que ya está demostrando elocuentemente sus síntomas: sequías, inundaciones, derretimiento de los polos y mucho más.
Rara vez se escucha que nos interroguemos qué significa para la vida de Gaia, nuestro Planeta, esta incontenible sangría, de lo que ella misma ha formado en millones de años.
 
En el Congreso de Pediatría de 2000 en Salta, una mujer del Pueblo Originario Mapuche presentaba pruebas contundentes del daño a la salud provocados por la actividad petrolera en su pueblo y reclamaba indignada que “no se hiera más a nuestra Mapu para extraer el petróleo”
 
Apropiarse de los territorios con abundancia de petróleo ha llevado a guerras, las cuales son la expresión más acabada de la insensatez de la conducta humana no observada en ninguna otra especie. 
         
La guerra contra Irak llevada adelante por el Imperio Estadounidense, aun con la oposición de la mayoría de la Humanidad expresada por manifestaciones multitudinarias en todo el mundo, es algo que vivimos en estos días. La voracidad lucrativa del capitalismo parece no tener límites.
 
Las grandes represas, en especial en ríos de llanura, causan efectos inmediatos y otros permanentes. En esta parte del mundo tenemos en Itaipú y Yacyretá, elocuentes ejemplos. Desplazamientos de grandes poblaciones, desaparición de animales y de plantas. Alteración del paisaje natural. Con Itaipú desaparecieron los Saltos de Guairá o de Sete Quedas que eran la mayor cascada del Río Paraná-. Al iniciarse el funcionamiento de las turbinas se registró la muerte de centenares de miles de peces, y otra gran mortandad se observó en 1994.
 
El inmenso lago de agua estancada de Yacyretá es de una superfice de unas ocho veces la ciudad de Buenos Aires. Desaparecieron más de 300 islas. Esto impacta negativamente no sólo la salud de los ecosistemas de las islas, sino también la de los ecosistemas ribereños, y como ya se ha explicado la de todo el planeta.
 
Usinas nucleares generan residuos radiactivos que tardarían siglos en reciclarse modificando el ecosistema. Generaciones futuras recibirán irremediablemente un ecosistema totalmente modificado insalubremente. Chernobyl es lo emblemático.
 
Hoy se plantea la producción de agrocombustibles a partir del maíz, de la caña de azúcar, de la soja y de otros cultivos. Quizás toda la producción mundial de lo que hoy es alimento estaría destinada a la producción de combustibles. Lúcidamente lo analiza Fidel Castro demostrando que se condena al hambre a más de tres mil millones de personas, reemplazando alimentos por combustibles.
 
Por ejemplo, la totalidad de la producción de soja y maíz de EEUU debería ser destinada a biodiesel para producir lo que se propone, la astronómica cifra de más de 130 mil millones de litros por año!
         
Además, los monocultivos y la siembra de semillas transgénicas maltratan nuestros suelos, generando una gran actividad erosiva y sin duda aumentando las superficies deforestadas.
 
Por otra parte, estos combustibles siguen emitiendo gases con efecto invernadero, agravado si se utilizan fertilizantes químicos,  ya que se emite también óxido nitroso, que contribuye al calentamiento global en mayor medida que el dióxido de carbono. Esta fuente de energía necesita también enormes cantidades de agua estimadas en 5 litros de agua de riego y la producción de 13 litros de agua residuales por cada litro de etanol.
 
Los países llamados “desarrollados” del Norte, yo los llamaría países hiperconsumistas, ponen desde ya su mirada en los países del Sur, es decir hacia los “paises subcontaminados”, como lo expresara sin pudor Lawrence Summers, un funcionario del BM, fundamentando razones para “apoyar más la migración de las industrias sucias a los países menos desarrollado. Así lo publicó la revista The Economist, de Londres, en febrero de 1992.
 
Una clara evidencia de esta lógica son las multinacionales que promovieron monocultivos de eucaliptos y de pinos en el Uruguay para ubicar las pasteras.
 
¿Por qué se menciona tan poco a la energía que nos da nuestro sol, los vientos, el flujo de las mareas, el curso de pequeños cursos de agua?
 
¿Es que estas fuentes de energía no contaminantes no pueden sostener el modelo de consumismo?
 
Abiertamente lo dice James Lovelock en su reciente libro “La Venganza de la Tierra”. Recordemos que Lovelock y Lynn Margulis fueron los creadores de la Teoría Gaia, que concibe al Planeta como un ser vivo.
         
Lovelock expresa claramente que estas fuentes no pueden sostener el modelo civilizatorio actual y propone a la energía nuclear como una “medicina eficaz…para que las luces de la civilización sigan encendidas” 
         
Lovelock aspira a que a largo plazo “la energía alimentada por el sol y las energías renovables estén disponibles” Pero en tanto insiste en que la energía nuclear “causa perjuicios mínimos a escala global”. No aclara los perjuicios en el ecosistema local.
 
¿Por qué tienen que seguir encendidas las luces de esta civilización? ¿Por qué no cambiar ya de estilo de vida? ¿Por qué no adoptar ya otros patrones de consumo?
 
¿Por qué en lugar de pensar en fuentes de energía al servicio de un modelo de Vida que destruyen el planeta y acaban con nuestra propia vida, no pensamos en una reinvención de nuestra manera de vivir que nos permita seguir formando parte de la Vida?
 
Desde el sentipensar que somos Naturaleza, que somos pertenecientes a la Vida, sentimos que éste es el momento de cuestionar y cambiar el “modelo civilizatorio” que se impone desde hace más de 500 años por la expansión e imposición de la cultura occidental.
 
Hace unos años pernocté durante 10 días en la Isla de Llancahué, en la bella Patagonia chilena. Teníamos luz en las habitaciones gracias a la electricidad que proveía una microturbina instalada en el curso de un pequeño arroyo. No se precisaba nada más.
 
Tendríamos que valorar la opción de inclinarnos por la energía de producción local, tendríamos que recordar que son posibles otros patrones de consumo, que tengan a la Vida como prioridad.
 
De ser así surge la pregunta acerca de qué ocurre con las grandes ciudades. Quizás sea el momento de tener que encarar la desurbanización. Además, el derretimiento acelerado de los polos, a causa del calentamiento global, hace que esté aumentando el nivel de los mares. De continuar este fenómeno los habitantes de las grandes ciudades costeras tendrán que plantearse un profundo cambio.
 
Cuba lleva adelante su revolución energética. Ha desarrollado magníficamente la fuente solar proveyendo por ejemplo a todos los establecimientos de salud y escuelas rurales de energía eléctrica. Aspira a llegar a ser 100% solar. Cuba es otra evidencia de que son posibles otras maneras de relacionarnos con la Vida.
 
Mediante la empresa EcoSol Solar, Cuba ha llevado a cabo proyectos de electrificación con paneles solares cooperando con Bolivia, Venezuela, y con otras países de Centroamérica y África.
 
Asimismo ha reducido drásticamente el consumo de energía con bombillas de bajo consumo y ollas a presión a todos los hogares.
 
Fritjof Capra, eminente físico, nos anunciaba en Porto Alegre, en el Foro Social Mundial 2003, el fin de la era del petróleo por la era del hidrógeno
         
Tenemos noticias que en Islandia,  en España y quizás en otros países, ya están circulando ómnibus alimentados por hidrógeno que por su caño de escape expele vapor de agua en vez de gases contaminantes.
 
Tendríamos que preguntarnos el proceso de formación de la pilas de hidrógeno si realmente es limpio y no genera efectos indeseables.
 
En el discurrir de estos sentipensares tratando de responder si las actuales fuentes de energía aportan a la salud o a la no-salud de los ecosistemas, surgen otros interrogantes: ¿energía para quiénes? y ¿energía para qué?
 
Parecería que este instante de la Historia de la Humanidad es un punto de inflexión para plantearnos el cómo queremos vivir.
 
Esta inquietud está en movimiento en muchos espíritus. De manera caótica, multivariada, se expresa en diferentes ámbitos, y en diferentes ocasiones.
 
Desde la intimidad de un científico, de un filósofo o de un pensador generando propuestas para otro estilo de vida, hasta las manifestaciones de protesta frente a los lugares de reunión del G8, del BM, del FMI o de la OMC,  y en multitudinarios encuentros en los Foros Sociales.
 
Vamos a una situación puntual y cotidiana, en la que podríamos formar parte activa de estas transformaciones de la Humanidad: el consumo de coca cola. La coca cola es un emblema de globalización. Encontramos letreros promoviendo su consumo en los lugares más remotos. Grande fue mi sorpresa al encontrar un letrero de coca cola en la Isla de Amantaní en el Lago Titicaca.
         
¿Es necesario que consumamos coca cola? ¿sabemos de la contaminación que produce su fabricación? ¿sabemos que para fabricar cada litro de coca cola se consumen y se contaminan 10 litros de agua? ¿sabemos que contiene ácido fosfórico? ¿nos preguntamos qué pasa con los millones de envases de plásticos y de latas?
 
Invitamos a preguntarnos ¿qué necesitamos para vivir? Y entonces es oportuno recordar la sencilla y profunda sabiduría campesina que nos propuso las “A” de la Esperanza: Aire, Agua, Alimento, Albergue, Amor, Arte, Aprendizaje… para vivir saludablemente con alegremia.
 
Hasta la Victoria de la Vida Siempre !!
Julio
                              

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