Salud Pública - Salud del Pueblo » DIALOGO INTERCULTURAL

Última actualización: 17/06/2009

IIº FORO INTERNACIONAL SOBRE EL PENSAMIENTO HUMANISTA Y MÉDICO DE EUGENIO ESPEJO Y CHE GUEVARA
Ier. ENCUENTRO LATINOAMERICANO POR LA SALUD DE LOS PUEBLOS
CUENCA, ECUADOR, 14-18/10/02-

DIÁLOGO INTERCULTURAL: UNA PROPUESTA PARA EL CUIDADO DE LA SALUD INTEGRAL

Julio Monsalvo
 

Encuentro Latinoamericano, encuentro de los pueblos de Abya Yala

Este Foro ha sido convocado inspirado en el pensamiento humanista y médico de dos grandes de la Historia: Che Guevara y Eugenio Espejo y también como “Encuentro Latinoamericano por la Salud de los Pueblos”.
Este Continente es poseedor de una gran riqueza de sabidurías que generan propuestas concretas, factibles, para la construcción de un mundo diferente.
Un mundo solidario, saludable y sustentable que no sólo es posible sino que es urgentemente necesario para que la vida continúe.
Comenzaremos aceptando la propuesta que realizara el líder de etnia aymará, Takir Mamaní: llamar a este Continente “Abya Yala” y no con el nombre impuesto por el invasor y conquistador.
El pueblo Kuná, que habitaba la selva del Darién, en lo que hoy es Panamá, llamaba a este continente desde siempre Abya Yala, que en su idioma significa “Tierra en plena madurez
Hoy el pueblo Kuná se halla hoy en un archipiélago y posee una organización social en donde las decisiones se toman de manera participativa en congresos. La mujer en este pueblo es muy valorada.
 

Vivencias dialógicas

Deseo compartir con ustedes la riqueza que me ha proporcionado vivir en las últimas décadas de mi vida en el norte argentino, como ser humano y como trabajador dedicado a la salud pública.
¿Por qué esta riqueza?
Yo digo que es “Regalo de la Vida” justamente porque me hizo tomar consciencia de la biodiversidad cultural.
Así como las especies de organismos vivos existen gracias a la biodiversidad biológica, las sociedades humanes están vivas gracias a esta multiplicidad de culturas que llamamos biodiversidad cultural.
En el norte argentino convivo y trabajo con personas, familias, grupos y comunidades de diversas culturas originarias.
Me refiero a poblaciones aborígenes y a comunidades campesinas criollas que han recibido una muy fuerte influencia de estos pueblos originarios.
De una manera cotidiana, práctica, sin ningún sustento teórico previo, comencé a vivenciar el diálogo intercultural,
Les cuento algunas de esas vivencias.
Una de mis primeras toma de consciencia de la existencia de otras culturas fue trabajando con el pueblo Qom en el oeste de lo que es la provincia del Chaco.
Me llamaba la atención que no había visto nunca en las sucesivas visitas que hacia a las comunidades a una mamá o un papá que reprimiera o pegara a un niño.
Esto se lo manifiesto a Rubén Rodríguez, un joven compañero enfermero de esta etnia Qom, quien siempre me acompañaba en estos viajes.
Con asombro Rubén me mira y exclama: “¡Cómo! ¿Es que ustedes le pegan a los niños? 
Otra de mis vivencias que siempre tengo presente es la del primer día cuando llegué a esa región.
Un misionero europeo enseñaba carpintería. Visito el establecimiento y observo que 14 obreros de etnia Qom fabricaban hermosos muebles.
Admirando estos trabajos tan bellamente realizados, expresaba mis elogios en tanto el misionero guardaba silencio.
En un momento, con mucha tristeza me dice que eso “no servía para nada”, porque estos jóvenes recibían su salario puntualmente, realizaban trabajos por cuenta propia en el pueblo y sin embargo en el barrio donde vivían “no progresaban”, no mejoraban sus viviendas y seguían siendo muy pobres. 
Al poco tiempo este misionero regresó muy frustrado a Europa.
Se me había pedido, realizar un diagnóstico de situación, y por lo tanto a los pocos días visito ese barrio poblado por familias Qom.
Allí me encuentro con la realidad de que sólo el diez por ciento de la población adulta tenía un trabajo remunerado en forma mensual y que ese ingreso era para todas las familias del barrio.
Así descubrí que todo era compartido como las hortalizas que se cosechaban y los peces que se obtenían del río.
 

Biodiversidad cultural y salud integral

Biodiversidad nos habla de diversas culturas.
Cada cultura, cultura que está viva, tiene su identidad.
¿En qué consiste esa identidad?
En la manera en que los miembros de esa cultura se posicionan ante la vida y ante el mundo.
La manera en que los seres humanos definen su mundo, genera las conductas.
Las actitudes, las conductas son lo que se ve y lo que nos hace tomar consciencia de que estamos ante otra cultura.
La metodología de investigación científica tienen varios enfoques.
Uno de ellos es el enfoque cualitativo el cual nos ofrece una maravillosa posibilidad al proporcionarnos un punto de encuentro entre este enfoque académico de la cultura occidental dominante con las culturas originarias.
¿Por qué un punto de encuentro?
Porque tanto este enfoque cualitativo como las culturas originarias tienen una perspectiva holística, es decir que personas, paisajes, escenarios y comunidades no son reducidos a variables sino considerados como un todo.
Y es aquí donde este enfoque cualitativo nos da el soporte teórico para aprehender las propuestas de los pueblos de otras culturas en lo que hace el cuidado de la salud integral.
De las mujeres campesinas aprehendí lo que para mí fue la mejor definición del concepto de salud integral.
Ocurrió cuando arribo a una comunidad y se produce el siguiente diálogo:
-         ¿Así que tú vienes a trabajar el tema salud, Julio?
-         Y.. sí...
-         Mira: lo primero que tenemos que ver es si el suelo está vivo. Si el suelo no está vivo, ¿de qué salud vamos a hablar? Si pasan los aviones fumigando con venenos, tiran contaminantes de las fábricas, tiran plásticos y tantas cosas que hace que el suelo esté muerto... Si el suelo está vivo tendremos platas sanas, y animales sanos y entonces los seres humanos podremos estar sanos.
Para mí ha sido la manera más gráfica, más concreta, para ilustrar lo que es la salud de los ecosistemas locales, con los seres humanos formando parte de él.
 

Paradigmas culturales

La cultura occidental, con el advenimiento de la Modernidad, produjo una ruptura con la Naturaleza.
Ya no se sintió más perteneciente a la Naturaleza sino que se ubicó frente a ella.
Y frente a ella con un paradigma de dominador, para explotar, extraer y acumular.
Leonardo Boff, uno de los máximos exponentes de la “Teología de la Liberación”, habla del hombre ya no sólo “fuera de la Naturaleza” sino “en estado de guerra contra la Naturaleza”.
En tanto, la multiplicidad de las culturas de los pueblos originarios y campesinos no han dejado nunca de sentirse parte-de la Naturaleza, pertenecientes a ella.
De allí una actitud respetuosa a toda forma de vida.
Y desde este “paradigma cultural”, e identifico paradigma con los “valores” que conforman la esencia de toda cultura, se generan otras conductas, otras actitudes.
Veamos como dos paradigmas culturales diferentes generan organizaciones sociales distintas.
Para el pueblo Mapuche, que habita la Patagonia tanto chilena como argentina, desde su cosmovisión conciben al ser humano como un cuerpo abierto, relacionado con todos y con toda forma de vida. De allí que sus sociedades se organizan en redes.
En tanto para la visión occidental, el cuerpo es “un individuo”, dicotomizado en soma y psiquis, y así las sociedades se organizan como una sumatoria de individuos en jerarquía piramidal
 

Propuestas concretas

La actitud de diálogo no es sólo escuchar y expresar.
Implica el riesgo de cuestionar los propios valores.
Esto nos puede llevar a descubrir que estos valores propios pueden ser en realidad antivalores y de allí asumir la necesidad de cambiarlos y tener la valentía para ello.
¡Es comenzar a andar para hacer un fascinante camino de aprehender y de des-aprehender!
Un ser humano puede pertenecer a lo largo de su vida a diversas culturas.
He podido disfrutar de un prolongado diálogo intercultural con mujeres campesinas durante varios años.
Académicamente lo llamaríamos “un trabajo de campo para la recolección de datos para una investigación con un enfoque cualitativo”
Los datos fueron obtenidos en la cotidianeidad, conversando (lo que técnicamente llamaríamos “entrevistas”) y participando en las actividades diarias (lo que se trataría “observación participante” desde el punto de vista técnico)
Esta vivencia me lleva a proponer que la investigación sea una actividad más incorporado en lo cotidiano.
Es decir, que se adquiera el hábito de saber reconocer los datos cualitativos durante nuestro trabajo y durante nuestra vida como personas.
No es necesario “detener el mundo”, hacer un proyecto, que alguien lo financie, dedicar un tiempo a investigar, elaborar y entregar un informe o publicar un artículo o un libro, y luego continuar haciendo lo que siempre se hacía.
Muy motivado en esto de “hacer salud pública”, voy percibiendo que las familias campesinas optan por tres caminos cuando abordan la solución de un problema de salud.
Tres caminos que no son excluyentes:
a)         acuden a la doctora o al doctor del hospital del pueblo
b)        solicitan la ayuda de la médica o del médico de la comunidad (en el lenguaje del norte argentino, “médica” o “médico” es la persona que sabe y puede curar, vive entre ellos, no cobra por su trabajo, tiene un secreto o un poder)
c)         “hacemos cosas entre nosotros”, en el hogar, en el seno de la propia familia, entre vecinos.
Este “hacer cosas entre nosotros” es lo que me va fascinando porque percibo que se genera una gran alegría y felicidad tanto al ofrecer como al aceptar la práctica y tanto al enseñarla como al aprenderla.
Me decido a escuchar y a observar qué ocurre en el mundo campesino con estas prácticas de “hacer cosas entre nosotros”.
Lo que problematizo, lo que realmente quiero saber, es conocer qué existe en la esencia de esos saberes que genera ese ser y estar en alegría, además del alivio y de la curación que indudablemente estas prácticas proporcionan.
En primera instancia identifico veinte prácticas de características autogestivas que agrupo en las siguientes tres categorías:
a.       Prácticas que reconocen su origen en conocimientos ancestrales, adquiridos en el propio hogar y/o en la comunidad a través de personas mayores: fricciones, cataplasmas, grasa de yacaré o iguana para beber, quemadillo (agregar un té al azúcar quemada), vapor de agua, fomentos calientes.
b.      Prácticas “apropiadas” por las familias, recociendo su origen en instancias de encuentros de intercambio¨: fabricación de jabones, masajes rostro-cuello, masaje cepillado, elaboración de la “piedra negra” (hueso tratado con cierto procedimiento para absorber venenos de picaduras y/o mordeduras de animales ponzoñosos), control del peso de los niños, control del cloro en agua, alimentación sana, método diagnóstico bioenergético, reflexología podal.
c.       Prácticas que ya eran conocidas ancestralmente y que en los encuentros “se perfeccionaron” (al decir de sus propios protagonistas): elaboración de jarabes, pomadas, tés, práctica de autoorinoterpia y dígitopuntura
En sucesivos diálogos, cuando se pregunta acerca de prácticas que hacen al cuidado de la salud integral y que han sido aprendidas tanto de las personas mayores como de encuentros de intercambio, la lista se va ampliando hasta llegar a 85 prácticas y queda la evidencia que esta lista sigue abierta.
Se identifica como práctica para el cuidado de la salud tanto el preparar una infusión, una cataplasma de fango o realizar un masaje como el saber sembrar, pescar o guiarse por lo que enseñan las distintas fases de la Luna.
En este diálogo descubro nueve regularidades, nueve condiciones, que deben estar todas presentes para que alguna de estas prácticas sea ofrecidas y administrada:
 
1.      es necesario “estar bien” para ofrecer la práctica
2.      debe ser personalizada, manifestando afecto
3.      ofrecida y realizada de manera solidaria, con disposición de compartirla y enseñarla
4.      siempre preguntar a la persona si desea y está dispuesta a recibir y/o aprender la práctica
5.      tener seguridad para realizarla
6.      convencimiento de los buenos resultados
7.      accesibles, “al alcance de la mano” y muy “fácil de transmitir”
8.      visualizar que es para beneficio de toda la comunidad
9.      autogestivas: “no dependemos de nadie”
Son regularidades que se constatan tanto en el decir como en el hacer de todas las prácticas.
Se podrá conocer perfectamente la técnica, los pautados pasos de los procederes, y sin embargo, si no se da alguna de las condiciones mencionadas, la práctica no se realizará. 
Se descubre así que no se trata de una “práctica” acompañada de una determinada “actitud”: se trata de una indisoluble unidad: “práctica-actitud”
Aunque la descripción de las “prácticas” y de las “actitudes” se realicen en paralelo, complementando, se trata de una unidad en sí misma.
El algo similar con el estudio de la luz.
El físico sabe que la luz es “onda-partícula”, es decir “materia-energía” al mismo tiempo.
Sin embargo parecería que no se ha logrado hasta el presente un discurso unificador y por lo tanto debe decidir si estudia la luz como fotón o como onda y las descripciones serán complementarias.
Sin embargo la luz es una sola esencia.
Lo mismo ocurre con esto de la práctica y la actitud.
No existe una disociación entre la técnica y la actitud.
El componente afectivo es un valor asociado.
De allí la propuesta de llamarla “práctica-actitud”.
 

Un esquema de interpretación

Entendemos que la esencia de estas “práctica-actitudes” son las relaciones.
Se trata de las relaciones entre dos actores:
·        quien ofrece la práctica (no de quien “la hace o enseña”)
·        quien acepta la práctica (no de quien “la recibe o aprende”) 
No existe un posicionamiento de superioridad y de poder ni tampoco de sumisión y dependencia.
La esencia de las “prácticas-actitudes” son las relaciones de estos dos actores en las siguientes tres dimensiones:
·        cada uno con la practica en sí misma
·        entre uno y otro
·        cada actor consigo mismo
Mediante el siguiente esquema de interpretación ideado por una compañera trabajdora de la Educación, se pretende visualizar estas relaciones de donde emerge el atributo liberador en todas ellas.
Al estudiar estas relaciones, decidimos proponer la denominación de “práctica-actitud-liberadora”.
 
 
(Autora del esquema: Matilde Spezzi, Salta, Argentina)
 
Este atributo “liberador”, lo distintivo de estas prácticas-actitudes, nos da respuesta a la pregunta sobre cuál es esa esencia de las prácticas-actitudes que generaría esa alegría y felicidad, tanto en quien la ofrece como en quien la acepta.
Mujeres y hombres reunidos en un taller regional expresaron:
“La libertad es un valor que nos hace dignos como personas y la dignidad es importante componente de nuestra salud”.
“Práctica-actitud-liberadora”, va más allá de un propósito de curación.
Para la concepción de estas culturas, la salud no es una “normalidad estática”. Todo lo contrario. Se trata de un proceso dinámico, en donde a medida que se profundicen y se fortalezcan esas relaciones armoniosas entre todos y con toda la Naturaleza (siendo parte de ella misma), se logra un “continuo ganar en salud”
“Práctica-actitud-liberadora” como una unidad esencial, lleva a profundizar lo que significa para la vida la trama de relaciones y ahondar en la estructura energética de los seres vivos.
Nos planteamos un debate epistemológico y una discusión acerca de los paradigmas científicos y culturales.
Las vivencias en el campo de la salud pública nos llevan a reiterar la propuesta: diálogo entre diversas culturas en igualdad de nivel y de relación.
Un compartir que implica confrontar los valores de nuestra cultura con los valores de las otras culturas, dispuestos a aceptar los cuestionamientos que surjan y a re-crear otros modos de relaciones sociales y ambientales que nos permitan resolver las necesidades humanas de manera solidaria y sustentable.
 

Ganar en salud

Como sanitarista enamorado de la Salud Pública, adoptaba aforismos sin cuestionar, como el tan conocido “Mejor es prevenir que curar”, hasta que un día, en esto del diálogo intercultural, me hicieron ver una posibilidad superior.
Nada mejor que recuperar la memoria del diálogo con las mujeres de esas comunidades campesinas para aprehender esa instancia superadora:
-         Está muy bien eso que vos decís, Julio,   “mejor es prevenir que curar”
-         Sí, claro...
-         Pero... ¿hasta cuándo?
-         ¿Cómo hasta cuándo?
-         Y sí... porque eso de prevenir y prevenir siempre es como atajar penales. Vienen las diarreas o vienen las hepatitis, corriendo a hervir agua, viene el sarampión, corriendo a vacunarse, viene el cólera corriendo a poner cloro al agua... y ¿por qué no nos preguntamos el porqué vienen estas enfermedades?
 
Lo que me hacían ver las mujeres campesinas es que solamente con “prevenir”, no estamos cuestionando “el modelo” que provoca enfermedades.
Si volvemos a esto de la salud integral, a la salud del todo, a la salud del ecosistema, debemos entonces leer “el libro de la Naturaleza”.
En un ecosistema sano, una planta, un animal, toda forma de vida, nace, crece y vive el tiempo que tiene que vivir... en salud.
Será unos pocos días como algún pequeño y bello insecto o miles de años como el formidable alerce.
En cambio en la sociedad de la especie humana, es   raro encontrar “espécimenes” que mueran por muerte natural.
Los seres humanos, con el modelo impuesto, convivimos en forma constante con las enfermedades. Las enfermedades ya son parte del paisaje y no nos cuestionamos.
A tal punto que si en una región, provincia o país predominan las muertes originadas por enfermedades infecciosas y desnutrición decimos que es signo de subdesarrollo.   En realidad lo que evidencia es que la población de esas áreas es víctima de las injusticias sociales, de las injusticias ecológicas, de la explotación y de la exclusión.
Si por el contrario predominan las muertes por accidentes, por cáncer, por enfermedades cardiovasculares e incluso homicidios y suicidios, decimos que es signo de desarrollo (¡?) cuando en realidad están expresando el grado de infelicidad y alienación de estas sociedades del llamado “primer mundo”.
Pablo Regalsky, antropólogo argentino quien de hace años trabaja en Cochabamba, nos contaba en su conferencia en la Academia Nacional de Medicina (4/7/95), acerca de la epistemología de la Medicina Quechua.
Nos decía Pablo que esa Medicina concibe que el ser humano sólo puede padecer una sola enfermedad: la pérdida del ánimo.
Y todo aquello que nosotros llamamos enfermedades, para la Medicina Quechua es síntoma de esa “pérdida del ánimo”
¿Por qué se pierde el ánimo?
Cuando hay ruptura de la armonía.
Ruptura de la armonía con uno mismo (baja autoestima), en relación con los demás (enojos, agresiones) con todos los seres vivientes (agredir la Madre Tierra, envenenar el suelo, las aguas, destruir plantas, agredir animales)
Ganar en salud es la propuesta de las culturas que se sienten parte de la Naturaleza cuestionando este modelo que provoca enfermedades.
Ganar en salud es re-crear el mundo fundando otro tipo de relaciones con uno mismo, entre todos los seres humanos y con todas las expresiones de vida, de forma tal que predomine la armonía, y así con la salud de los ecosistemas armoniosos la enfermedad tenga cada vez menos lugar.
Es recuperar el derecho a ser concebido, nacer, crecer, desarrollarse y finalizar el ciclo biológico... ¡en salud!
De aquí en más hemos aprendido de la sabiduría campesina:
“Mejor que curar es prevenir y mejor que prevenir es ganar en salud”
 

El libro de la Naturaleza

Fritjof Capra, físico que trabaja en los laboratorios de alta energía, pertenece al grupo de mujeres y hombres que desde los ámbitos académicos están proponiendo un nuevo paradigma científico.
En las últimas décadas estas personalidades se empeñan en advertir a la comunidad científica, a los estadistas, a las universidades y a la sociedad toda, que la continuidad de este modelo cultural dominante con una ciencia y una tecnología funcional al mismo, es incompatible con la vida.
Capra, en su reciente obra, La Trama de la Vida, nos propone una camino para “restablecer la conexión con la trama de la vida”, es decir “reconstruir y mantener comunidades sostenibles en las que podamos satisfacer nuestras necesidades y aspiraciones sin mermar las oportunidades de generaciones venideras”
Para ello Capra propone que nos ecoalfabeticemos, para que aprendamos de los ecosistemas, que son “verdaderas comunidades sostenibles de plantas, animales y microorganismos”.  
“Ser ecoalfabeto, nos dice Capra, significa comprender los principios de organización de las comunidades ecológicas y utilizar dichos principios para crear comunidades humanas sostenibles”.
Leemos el pensar de un científico que se halla en la frontera de la Ciencia.
Escuchemos ahora la voz de un campesino de la selva de la Provincia de Misiones, en el norte de Argentino, don Francisco “Tingo” Vera.
Aclara que “Tingo” es como lo llamaba su madre y así es conocido en las comunidades campesinas del norte.
“En el bosque hay una comunidad de vida.
Leamos el libro del Bosque, el libro de la Naturaleza que nos da tantas lecciones para la comunidad de los seres humanos.
Si observamos en el bosque no hay mayores problemas.
¿Por qué es así?
No existen problemas porque en el bosque no hay egoísmo, siempre están trabajando uno para el otro.
Hay comunidad de vida en el suelo,            están los microorganismos que son los cocineros porque son los que elaboran los nutrientes para las plantas, a partir de los minerales, como una cocinera elabora los alimentos.
Hay una ayuda mutua entre las raíces de los árboles y los microorganismos y entre los vegetales y los animales, ya que se producen pasturas y frutos.
Hay ejemplos para la Humanidad. No hay egoísmos y todos trabajan una para el otro. Existen familias, cientos en una hectárea de selva y no se molestan una a otra.
Existen árboles enormes que prestan sus cuerpos para que una liana pueda recibir la luz del Sol y a través de esa luz pueda vivir.
Y también este grandioso árbol sabe que esa frágil liana también a él le es útil, ya que por su aroma lo protege de alguna bacteria o insecto que lo pueda enfermar.
Este es uno de los tantos ejemplos de solidaridad que tiene esta comunidad de vida en la selva y que los seres humanos no practicamos.
Fritjoff Capra y Tingo Vera no se conocen y es poco probable que uno sepa de la existencia del otro.
Sin embargo notemos el extraordinario paralelismo en la percepción de dos seres humanos, de diferentes culturas, que buscan que la vida continúe y que continúe saludablemente.
Y aquí volvemos a las regularidades que se constatan al realizar las “prácticas-actitudes-liberadoras” para el cuidado de la salud integral.
El estar bien, demostrar afecto, solidaridad, respeto, responsabilidad, seguridad, buenos resultados, transmitir conocimientos, beneficio a toda la comunidad, no depender... son las señales de que es posible un mundo real de amor y de alegría...
Construir un mundo de amor y de alegría es un acto revolucionario y lo lograremos potenciándonos en el reconocimiento del Otro de manera afectiva incorporando y profundizando esto del diálogo intercultural: un mundo justo y biodiverso.

Bibliografía consultada:

-Boff, Leonardo; Ecología, grito de la Tierra, grito de los pobres; Lumen; Buenos Aires; 1996
-Capra, Fritjof; La Trama de la Vida, Anagrama, Barcelona, 1996
-Charpentier, Jean; Aprender Haciendo, INCUPO, Reconquista (Argentina), 1981
-Maturana, Humberto; Amor y juego; Instituto de Terapia Cognitiva; Santiago de Chile; 1995
-Monsalvo, Julio; Salud Solidaria; edición del autor; Argentina 2001
-Taylor, S.J. y Bogdan, R.; Introducción a los métodos cualitativos de investigación; Paidós, Barcelona; 1996
-Universidad de la Frontera, Facultad de Medicina: Necesaria relación de cooperancia entre Medicina Occidental Moderna de origen Hipocrático y la Medicina Indígena Tradicional Mapuche; Temuco, Chile, mimeo, sin fecha.

 

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