Cartas que salen del cuerpo » Nº 21 - ¡Soy Naturaleza! (10/12/09)

Última actualización: 31/01/2010

 

 

 

 

¡Soy Naturaleza!
 
Julio Monsalvo
 
 
Veía a la Naturaleza por fuera. La Naturaleza era lo que me rodeaba, los bosques, las aves, los ríos… ¡y no me preguntaba qué era yo!     
 
Sentir “¡Soy Naturaleza!”, fue una luz que iluminó mi ser.
 
Es la vivencia más bella que he vivenciado y se lo debo especialmente a los Pueblos Originarios.
 
La Vida me ha regalado el “serestar” con Pueblos Originarios en el Norte Argentino.
        
En 1976 llego con mi familia al Oeste Chaqueño, buscando un “exilio interno” ante el terror represivo impuesto por el gobierno militar.
        
 Nos ampara una institución ecuménica que propicia proyectos destinados al Pueblo Originario Qom.
 
Me zambullo en un escenario en donde se manifiesta lo multicultural con todos sus coloridos.
 
Familias de inmigrantes provenientes en su mayoría de Europa del Este, dedicadas al comercio y a la producción algodonera.
 
Comunidades criollas con los cautivantes matices que ofrecen las influencias santiagueñas y salteñas
 
Y el fascinante mundo del Pueblo Originario Qom con el que tenemos contacto cotidiano.
 
Lentamente aprehendo que las diferencias entre culturas tienen raíces muy profundas.
 
La relación día a día con el Pueblo Qom, me hace comprender que las raíces de cada cultura son los valores.
 
Descubro estos valores en la medida que percibo que las actitudes y las expresiones en el lenguaje, evidencian distintas maneras de ver el mundo.
        
 Con diversos grados de intensidad conozco también a los Pueblos Originarios Wichí, Mocoví, Pilagá y Guaraní, con la singularidad de sus idiomas, costumbres e historias.
 
Me voy dando cuenta de la similitud de sus valores esenciales los cuales generan actitudes respetuosas, tales como pedir permiso al río y al monte para obtener los alimentos, compartir lo que se obtiene, tratar a sus niñas y niños con ternura y sin violencia.
 
El gran descubrimiento que transforma mi vida personal, es el “sentido de pertenencia” de todos estos Pueblos. Sentido de pertenencia a la Naturaleza, pertenencia a la Vida.
 
Este sentido de pertenencia lo hallo también en otros Pueblos Originarios en diversas partes del mundo.
 
Alayna Watene representa al Pueblo Maorí, de Aotearoa, en la I Asamblea Mundial de Salud de los Pueblos, realizada en Bangladesh en diciembre de 2000.
 
 Aotearoa significa “Tierra de la larga nube blanca”. Es la manera que poéticamente los maoríes llaman a su Tierra. El invasor la llamó Nueva Zelanda.
 
Allí está Alayna con su bandera roja, blanca y negra. En algún momento de su discurso expresa: “No sé de dónde salió el dicho ‘pienso luego existo’... No nos gusta... Comparto lo que dice mi Pueblo: Pertenezco por lo tanto soy”.
 
También encuentro este sentido de pertenencia en las familias campesinas criollas de nuestro Norte, especialmente en las mujeres campesinas, en las queridas “doñas”, como se dicen y se llaman entre sí con respeto y cariño.
 
Doña Santa, en Fortín Olmos,  nos decía: “¿Por qué arrancar una planta de raíz? A ella la hizo Dios al igual que a mí. Es tan importante como yo. Es mi hermana. Tengo que ir con cariño, explicarle que le voy a sacar un cogollito para hacer un tecito para mi ahijadita”.
 
Una “Doña” también del Norte, nos recibe en una oportunidad con esta reflexión: “…lo primero es ver si el suelo está vivo… si el suelo no está vivo ni hablar de salud… Con suelo vivo tendremos plantas sanas, animales sanos y también personas sanas…”
 
Estas sencillas palabras han sido para mí la mejor definición de Salud de los Ecosistemas, la salud de la casa con su mundo de relaciones.
 
El Ecosistema Planeta Tierra, nuestra casa, está enfermo y grita de dolor por las agresiones que le infligen algunos seres humanos de la cultura dominante.
 
Cultura que desde hace más de 500 años, impone al mundo su modelo civilizatorio con la lógica utilitarista del tener y acumular.
 
El hombre de esta cultura, y subrayo “hombre” como género, al perder el sentido de pertenencia a la Naturaleza, se cree el centro de todo, se pone fuera de la Vida y no ve a la Naturaleza sino como “una bodega de recursos” que está a su disposición.
 
Es la cultura del paradigma antropocéntrico, con mayor propiedad debería llamarse androcéntrico.
 
Esta cultura, como todas, produce conocimientos a los que llama ciencia. Esta ciencia asociada con la tecnología, tiene como objetivo manipular y controlar. Permanentemente procura maximizar la eficiencia de la explotación.
 
Francis Bacon, uno de los “padres” de esta ciencia, expresaba que debíamos “subyugar a la naturaleza, presionarla para que nos entregue sus secretos, atarla a nuestro servicio y hacerla nuestra esclava”.
 
La tala de bosques y múltiples contaminaciones, están provocando una acelerada desaparición de las especies vivas. Hoy una de las especies en peligro de extinción es la especie humana. La explotación inexorablemente conduce a la exclusión y a la extinción.
 
Sin embargo, este paradigma científico ha entrado en crisis desde hace ya más de 100 años.
 
La Física Cuántica nos enseña que el Universo no es una suma de objetos independientes, que no funciona como una máquina, sino que todo es una red de relaciones.
 
 “Las propiedades de las partes sólo pueden comprenderse a partir de la dinámica del todo. En última instancia no existen las partes.  Lo que llamamos una parte es simplemente una configuración en una red indivisible de relaciones”, afirma Fritjof Capra, uno de los eminentes científicos que propugna el cambio de paradigma de la ciencia.
 
El encuentro con el sentido de pertenencia de los Pueblos Originarios y de las mujeres campesinas y con los descubrimientos de la Nueva Ciencia, nos genera alborozadas esperanzas.
 
Recuperar el sentir que somos Naturaleza, vida dentro de la Vida, significa volver a la ética de nuestros Pueblos Originarios, la cual nos lleva a tener actitudes solidarias, amorosas y respetuosas.
 
Una Revolución Mundial por la Vida está en marcha. Millones de seres humanos están vivenciando el cambio del antropocentrismo al biocentrismo, es decir, de sentir al “hombre” como centro de todo a sentir a la Vida como centro.
 
Otro mundo posible ya está amaneciendo.
 
 
Publicado en  la Revista VIDA ABUNDANTE, la Revista de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y las Iglesias Reformadas en Argentina, julio/agosto 2009, Año 114, Nº 4, pág. 14 y 15

 

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