Artículos Varios » Resurrección Fantasmática y el doloroso drama de los Comunes; Carlos Galano

Última actualización: 11/01/2011

  

Resurrección Fantasmática y el doloroso drama de los Comunes

 

2011 nació crujiendo en la fragua de un verano de calientes temperaturas, sequías desterritorializadas, descubrimiento del encubrimiento de esclavizaciones de antigua data, noticias amarillentas sobre falta de combustibles, dinero, y como si no fuera suficiente, de modo aún velado, la reaparición en los horizontes de la realidad de los fantasmas agropecuarios que, en definitiva, son los reales y exclusivos productores del calentamiento, la sequía, las tormentas devastadoras y la reducción  al estado de servidumbre de seres que previamente habían sido convertidos en Refugiados Ambientales.

Hace unas semanas, atrapados en la disonancia impuesta por  la prensa monopólica, parecía que el país se deslizaba irremediablemente hacia un abismo insondable. Las ocupaciones de lugares públicos y privados, Indoamericano y Soldati, amplificaron desde esas vertientes informativas una verborragia extraviada en los laberintos del lenguaje fascista, xenófobo y racista. La palabra se tiñó de desesperanza y el otro, o los otros, fueron reducidos a meros seres de “segunda categoría”, como lo pregonó una conocida periodista discriminadora del canal Todos Ninguneados.

Resuelto pacíficamente el problema de las ocupaciones y comprobado el grado de organización de las mismas, en cuya participación no estuvieron ajenos las comparsas de turno de los de siempre y de los pro-saicos, la esquizofrenia informativa recorrió, posteriormente, los andariveles de la supuesta falta de combustible, de la crisis energética y la falta de dinero en efectivo. Sin embargo el caos imaginado se desvanecía como pompas de jabón. Pero en estos días de epifanía, los anuncios concretos de la mismísima realidad fueron sometidos a la terapia de la sordina, cuando tomó estado público, es decir fue des-cubierto, el encubrimiento al que eran sometidos trabajadores rurales a un inescrupuloso estado de servidumbre y esclavitud, remitieron la historia a tiempos idos, y expusieron sin compasión  la voracidad insaciable de productores rurales enriquecidos cómo jamás y la ferocidad lucrativa de multinacionales como Nidera.

 

Y como si la tregua del verano ya  no tuviera tregua, uno de los integrantes de la Santa Alianza Campestre del Desenlace, ha anunciado una protesta a tractorazo limpio, a realizarse en unos días, retornando a la estrategia de cortar rutas,  amenazando y  agraviando, de ese modo, a la inteligencia de los argentinos. No olvidaremos jamás, cuando en los inicios del mandato presidencial de la actual Presidenta, la recua del Desenlace, apoyada por el Poder Mediático y la partidocracia funcional a los agronegocios, constituyentes de una alianza productiva agraria, cuya lógica se sostiene en el arrasamiento de la diversidad natural, en el aniquilamiento de la diversidad cultural, desbordándose impiadosamente en el quebrantamiento de la salud de los ecosistemas y humanas. Las llamas del incendio producido por Patrones Rurales, acompañado por los acólitos del desenfreno, empujaron al país al borde del abismo. Semejante conmoción nació en la decisión gubernamental de imponer el tributo de las retenciones, a un sector cuyas ganancias eran descomunales, como lo siguen siendo en la actualidad, y que también perseguía el objetivo de reorientar el modelo agrario para sacarlo de las fauces del monocultivo sojizado.

Este relato que parece un escrito de lenguajes amontonados sin ton ni son, tiene, sin embargo,  una íntima relación con la propia realidad y su escritura  surge de las entrañas del mismo código economicista, científico, tecnológico, de poder e informacional que le nutren. Estamos enfrascados en reflexionar, debatir y actuar sobre estas cuestiones para hacer visible su hilo conductor y para que, como en estos días, que se hable de la sequía, de la influencia perniciosa de La Niña, de la voladura de suelos, cómo en el sur bonaerense o en la llanura cordobesa, se asocien estas cuestiones con  el Cambio Climático. Debemos reiterar que el contexto de este proceso histórico se asienta en las faldas de la globalización, se inscribe en los territorios de la Entropía, que significa la extinción de la vida, y cuyos impactos en la Argentina  nacen en la matriz del Modelo de Producción Agraria Insustentable impuesto por las multinacionales como Monsanto, Nidera, por productores rurales integrados a las diversas organizaciones que confluyeron en la Mesa del Desenlace, que agrupa a quienes poseen de millones de hectáreas hasta parcelas de 100 o 200 hectáreas. No son ajenos a este núcleo duro del Poder ciertos  Medios de Comunicación Monopólicos,  sectores políticos afines con Agronegocios, así como ciertos reductos del conocimiento académico, vinculados con una idea de ciencia y tecnología de neutralidad depredadora y de beneficios cortoplacistas. Este proyecto está motorizado por la entropía voraz e insaciable cuya lógica angurrienta terminará inevitablemente en un colapso inimaginable, siendo los más afectados los Comunes y no la “Gente como Uno”, categoría ontológica creada desde los medios comunicacionales dominantes.

Hacemos estas reflexiones fortalecidos en la imperiosa   necesidad de  desmontar los andamiajes de un conocimiento que se especializó en la insularidad, el individualismo y el odio a lo diferente; Naturalizado por el arcaico  mensaje colonizador fundado en el Progreso, la Modernidad y nuestra inserción en el Mundo Globalizado en detrimento de la región sea Mercosur o Unasur, que forma parte de los discursos siempre de moda del poder concentrado. Así como develamos la naturaleza de ese formato de ser, debemos destacar la valentía de algunos fiscales, jueces, periodistas, funcionarios, intendentes de la región de Ramallo, poniendo  en evidencia los silencios de otros poderes, de los grandes medios, de la estructura jerárquica de la Iglesia Católica, tan ferozmente rápida para criticar y enfrentar proyectos de igualdad social, de respeto al diferente y del ejercicio de libre uso del propio cuerpo. Llama poderosamente la atención sobre la crítica cerril de la jerarquía eclesiástica al debate del aborto y su ningún cuestionamiento al modelo agrario sojero, que al utilizar agroquímicos como el Glisfosato, 170 millones de litros solamente en la campaña anterior vertido en el suelo común de los argentinos, produce efectos sobre la salud humana, generando entre otras dolorosas problemáticas, abortos espontáneos y malformaciones , como ha sido comprobado por investigadores, luego irremisiblemente  perseguidos por la poderosa alianza insustentable. El conocimiento de Esta Santa Alianza del siglo XXI, en Argentina, expresa una concepción del conocimiento, que anida en todos los recovecos de la infatuación científica de la Modernidad Insustentable, hiperespecializada en el Epistemicidio.

Decimos que la Crisis Ambiental es una crisis de civilización. Es la crisis de un modelo económico, tecnológico y cultural que ha depredado a la naturaleza y negado a las culturas alternas. El modelo civilizatorio dominante degrada el ambiente, subvalora la diversidad cultural y desconoce al Otro –al indígena, al pobre, a la mujer, al negro, al Sur- mientras privilegia un modo de producción y un estilo de vida insustentables que se ha vuelto hegemónico en el proceso de globalización. En el país, el de mayor producción de gases efectos invernaderos de la región, con lo que se incrementa el  impacto negativo del Cambio Climático, produciendo sequías, inundaciones, tormentas inusuales, Refugiados Ambientales y la reducción a servidumbre para el trabajo agrario, comienza a hacerse visible la escritura chica del verso conocido.

El bloque Hegemónico o Santa Alianza, se autolegitima con la verdad de la ciencia que más desconoce los procesos de complejidad e interrelación entre los órdenes físicos, biológicos y cultural simbólico, que es la Economía Neoliberal Globalizada. Para las ciencias económicas la naturaleza no forma parte de la teoría del valor, porque la misma ha sido externalizada, como mera cosificación de eterno rendimiento. La negación de la Economía sobre la naturaleza, suscripta por todas las versiones o escuelas surgidas en el entramado de estos tiempos, promovieron las formas destructivas de las bases ecológicas, de las que la naturaleza ahora se está tomando puntualmente revancha.

Vemos con desolación y sorpresa el modo en que trataron los medios de comunicación la ocupación de sitios como el Indoamericano y Soldati. La rabia xenófoba que vociferaron sin vergüenza o desvergüenza.  Por TV podían verse rostros hinchados de odio, agraviando y repudiando al diferente, podían escucharse voces que vociferaban lo inaudito, que a esos había “que escupirlos en la cara”, desafuero salido de una boca taciturna y antierótica, de cuyo cuello frígido colgaba un rosario de cuentas de perlas.

Pero no escuchamos del mismo modo, con los mismos énfasis,  y con la misma frecuencia, la forma en que los productores sojeros se apropian de los espacios públicos, de los espacios comunes, concretos y simbólicos, como aquellos que están al costado de las autopistas, rutas o en las rutas de accesos a pueblos y ciudades, para desbocarse de los límites su santa propiedad privada y desbordarse insaciablemente con el fin de utilizar el territorio común de los comunes, es decir de nosotros, de la inmensa mayoría, persiguiendo su único modo de ser en el mundo: aumentar infinitamente su riqueza envenenando a la naturaleza y a la vida.

Ante la Geografía enmudecida por estos tatuajes insustentables, inscriptos en la piel de la tierra arrasada en su biodiversidad, están las heridas de la transgénesis de la producción agraria. Está el sufrimiento infinito de los comunes que fueron esclavizados en San Pedro, Ramallo y tantos otros lugares del territorio transformado por el Latifundio Genético. Los santiagueños reducidos a servidumbre en la región bonaerense o en suelos santafesinos, previamente fueron convertidos en Refugiados Ambientales, a raíz del avance de la frontera agraria sojizada,  promoviendo el arrasamiento de los bosques,  una violencia inusitada ejercida para apropiarse de sus tierras, y de ese modo, desanclados de su heredad, no les quedó otro camino que el camino que le labraron los poderes económicos concentrados nacionales y multinacionales. A eso le llamamos Crisis Ambiental,  Cambio Climático,  no es una cuestión abstracta, producida por alguna culpabilidad bíblica. La sequía que nos atormenta, es la manifestación del Cambio Climático expresión disicursiva de una cosmovisión del conocimiento al servicio de la depredación, de una organización de la producción y el consumo, fundados en la lógica del beneficio inmediato, convertido en religión sacrosanta por el Neoliberalismo Globalizado. Este Cambio Climático es el relato escrito por la Racionalidad Instrumental de la Ciencia Clásica y  la Economía Neoliberal que desconoce los límites de los ecosistemas y sólo sabe bañarse en los pantanos donde pocos ganan mucho, y muchos pierden tanto o todo.

“Sabemos que un mundo que se deja hechizar por los síntomas e ignora el contexto (sea en la ciencia o en la política), que entiende la vida en términos de genes y la libertad en términos de dinero, como lo imagina la patria sojera, es un mundo enfermo y sin futuro. Sabemos que un mundo devoto de la religión del Progreso, con su Trinidad de Ciencia (Padre inescrutable y omnisciente), Tecnología (Hijo que nos acerca a la Salvación), y Mercado (Espíritu Santo que sopla cuando y donde quiere) es un mundo tan iluso como insostenible. Más vale saberlo, porque quienes no lo sepan se hundirán en él”. (Jordi)

 

 

La pobreza y la injusticia social son los signos más elocuentes del malestar de nuestra cultura, y están asociadas directa o indirectamente con el deterioro ecológico a escala planetaria y son el resultado de procesos históricos de exclusión económica, política, social y cultural. La división creciente entre países ricos y pobres, de grupos de poder y mayorías desposeídas, sigue siendo el mayor riesgo ambiental y el mayor reto de la sustentabilidad. La ética para la sustentabilidad enfrenta a la creciente contradicción en el mundo entre la opulencia y miseria, alta tecnología y hambruna, explotación creciente de los recursos y depauperación y desesperanza de miles de millones de seres humanos, mundialización de los mercados y marginación social. La justicia social es condición sine que non de la sustentabilidad. Sin equidad en la distribución de los bienes y servicios ambientales no será posible construir sociedades ecológicamente sustentable y socialmente justas

 

Teniendo como marco lo que hemos manifestado anteriormente ratificamos, como lo dice Souza que “No existe un modo de pensar neutral. El pensamiento de una comunidad de actores refleja un régimen de verdades sobre la realidad y su dinámica. Dichas verdades son establecidas en el imaginario de estos actores a lo largo de su historia. Por lo tanto, un modo de pensar traduce una cierta forma de ser y sentir y condiciona una cierta forma de hacer y hablar, porque articula símbolos, códigos y significados de los que han creado dicho pensamiento. Al adoptar un modo de pensar ajeno, nuestro imaginario es transformado a partir de la visión de mundo de los tecnócratas de siempre”. Nos convocamos a reflexionar sobre este panorama para que los comunes no tengan que escuchar la partitura de su tragedia-

 

Carlos Galano

cgalano@arnet.com.ar

 

 

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