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Última actualización: 09/04/2019

II Asamblea Mundial de la Salud de los Pueblos

Cuenca, Ecuador, 17-23 de Julio de 2005

 

ATENCION PRIMARIA DE SALUD DE LOS ECOSISTEMAS

Estrategia para políticas públicas

 

 
 
 

Sandra Isabel Payán Gómez 

 

Julio Monsalvo

  r
  
 
El Derecho a la Salud mucho más que el derecho a la atención médica.
                 

             Nos permitimos compartir algunas reflexiones invitando a valorar el “Derecho a la Salud” como el “Derecho a vivir en Salud!”

            Salud no es igual a “Medicina”, Salud no es igual a “Atención Médica”, Salud no es igual a “acceder a medicamentos”.

            El sistema dominante ha logrado, con su discurso econométrico, reducir el reclamo por la vigencia al derecho a la salud como una exigencia a la accesibilidad a una correcta y oportuna atención.

            Y está bien que se exija la concreción del derecho a que toda persona reciba la atención más adecuada en el momento que la necesite, disponiendo del patrimonio de conocimientos y de procederes que la Humanidad toda posea.

            Conocimientos y procederes provenientes de la Medicina que fuere, convencional, natural, tradicional, popular, bioenergética, etc.

            Nuestras compañeras y compañeros cubanos se han propuesto avanzar hacia lo que ellos han denominado la “Medicina Integrativa”, puesta al alcance de todas y de todos.

            Es un legítimo derecho de toda ciudadana y de todo ciudadano del mundo, a recibir siempre esta atención con una actitud solidaria, con calidez y con la disposición de acompañar siempre... Alguna vez hemos escuchado esta expresión de vecinas y vecinos:

                        “Venimos aquí porque aquí nos atienden con cariño...” o “...yo vengo de otro barrio, me tomo dos buses, pero vale la pena porque acá hay una doctora que revisa a los chicos...”

             Sin embargo es necesario enfatizar que el Derecho a la Salud no se limita a la asistencia sanitaria.

            Escuchemos por unos instantes lo que nos dice el Pueblo Originario Pilagá en el relato de Gabriela Acevedo trabajando en el Oeste formoseño, norte de Argentina:

 

                        “... hace pocos días, mientras estábamos confeccionando un cartel que indica     la planificación de las futuras charlas, una de las personas que gestiona en salud, y que colabora diariamente con su comunidad comentó que en idioma pilagá no existe la palabra "salud". Entonces, le pedí que me dijera qué significa salud, para él. También invité a los demás a que hicieran su aporte. Intentaba abrir mis oídos para escuchar conceptos sobre una palabra que ellos no utilizan: salud.

            Para Pedro Yansi, una persona está sana si goza el día; tiene ganas de trabajar, de compartir con los demás; si tiene ganas de practicar deportes; si quiere reír junto con          sus amigos; se levanta temprano y no duerme todo el día.

            A lo que Carlos Gómez agregó que cuando un hombre está sano no está quieto, siempre quiere hacer algo: hacer una chacra.

            Victorina Alberto dijo que cuando se está sano no duele nada.

            Y por último Norma Arce se animó a hablar y concluyó que la salud es cuando la tristeza se convierte en alegría... lo que hace de interesante este proyecto es saber que en cualquier momento surge una mirada nueva, un concepto nuevo. Y uno cambia”

            (Boletín Red de Redes Nº 6; junio 2003)

 

            Y ahora prestemos atención a las voces de mujeres que se autodefinen “Siendo Comunidad alrededor de Patios Solidarios”, en el Distrito de Aguablanca, Cali. Colombia:

                        “Entendemos Salud como la búsqueda constante y solidaria de nuestra capacidad para sentirnos bien y generar bienestar. Cada vez con mayor intensidad y claridad sentimos y vivimos la salud en nuestras manos, porque estamos viviendo un proceso en el que construimos nuestros propia sabiduría, a través de la creación y fortalecimiento de nuestros vínculos de afecto y solidaridad, y a favor de nuestra autonomía y del bienestar propio y de nuestra comunidad.”

 

            El 7 de abril de 1948 entró en vigencia la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS) De todos los principios establecidos en el Preámbulo de esa Constitución, quizás el más conocido sea aquel que intenta expresar una definición de salud:

 

                        “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”

 

            Cuestionamos este concepto fundamentalmente por dos razones.

            Por una parte se tiende a una imagen mental de salud de una situación ideal inalcanzable, que nunca se llega y que un poder externo es el que la otorga, a cambio de un pago monetario o no, siempre desde una relación asimétrica de poder, “alguien que sabe indica a quien no sabe lo que debe hacer” generando una nada saludable relación de dependencia.

            Por otra parte, la definición “de estado de salud” nos lleva a esa imagen de “normalidad” que se dibuja en la curva de Gauss.

            Pesamos, medimos la talla, registramos los valores de la presión arterial, etc. en una población determinada. Los distribuimos y tenemos una línea media y “un desvío estándar” a cada lado de la misma. Los que están a izquierda son petisos, o flacos o hipotensos, A la derecha son altos, gordos o hipertensos. El resto es “normal”

            Es una pena que se pretenda forzar la salud a un “modelo” o a un “estado” que alguien decidió que “así debe ser”.

            La vida es dinámica. Así como percibimos enfermedades que nos traen consecuencias leves, moderadas o graves, la salud puede ser cada vez más saludable...

            De allí que hemos propuesto como indicador de la misma a la “alegremia”... no se mensura... se percibe en las estrellas en los ojos, en la luz de los rostros, en la paz de los paisajes interiores...

            Una nueva palabra que expresa la emergencia de nuevos sentidos en nuestras maneras de sentir y de pensar la salud y la Vida. La alegremia está siendo una hermosa e inspiradora manera de encontrarle nuevas relaciones a nuestros conceptos, y de llenar de nuevos motivos nuestros sueños y nuestras acciones. Entender la salud como “la alegría que se mueve en nuestra sangre”, nos aproxima a lo subjetivo, a lo no comparable y a lo propio. La alegremia surge de vivir nuestros propios procesos, de entregarnos a la Vida y de asumir nuestra pertenencia a ella.

            Y esto no es algo personal sino una construcción colectiva, solidaria.

            Visualizamos el Derecho a la Salud a nacer, crecer, desarrollarnos y finalizar nuestro ciclo saludablemente en un ecosistema saludable. El Derecho a disfrutar saludablemente nuestra vida cotidiana

Volver los ojos a lo femenino

            Para repensar la salud, la sociedad y la vida, es necesario volver los ojos y el corazón a lo femenino, sanar la brecha que lo ha opuesto a lo masculino, y reconocerlo en nuestra propia naturaleza. Sin olvidar que, aunque lo femenino es la fuerza que define el ser mujer, no se agota sólo en las mujeres; nos involucra, nos abraza y nos constituye tanto a las mujeres como a los hombres.

            Lo femenino es la fuerza de sentirnos pertenecientes a la Vida, y esta fuerza está escrita en nuestros cuerpos. Por ello es posible y necesario redefinir la salud desde lo que somos, desde dentro de nosotras y nosotros.  

            Desde esta mirada, sanar es un proceso; no es algo que nos dan, no es algo que logramos, es el camino y es el caminar. Por eso entendemos el derecho a la salud en relación a la responsabilidad de todo Estado y sociedad de garantizar las condiciones para que las personas puedan vivir ese proceso que es la salud, para que puedan caminar ese camino; es decir, las condiciones para una vida digna. Lo crítico de la situación de salud que estamos viviendo es que no sólo no existen estas condiciones, sino que formamos parte de un sistema que nos aleja cada vez más de la posibilidad de vivir nuestros procesos, de encontrarnos con nuestro cuerpo y de apropiarnos de nuestra salud. Sanar no es depender ni controlar, sanar es asumir la autonomía y soberanía de nuestro cuerpo y nuestra vida.

            También es posible entender que sanar no es igualarse a un modelo ideal, sino que es vivir los propios procesos de vida, que incluyen la enfermedad y la muerte. Sanar entonces no es compararse con otros, porque cuando se viven procesos propios, no hay comparación.

            El asistencialismo médico ha reemplazado la salud y nos ha alejado cada vez más de la promoción de la vida, el cual es el verdadero propósito. Hemos olvidado que sanar no es un proceso solamente biológico, sino que es espiritual, afectivo, social, político y cultural al mismo tiempo, y que tampoco es un proceso solamente individual, sino que implica la relación con el entorno. Sanar es hacer conciencia de lo que somos, ser concientes del “rayo de vida” que nos conecta ente sí.

            Sanar con una mirada desde lo femenino, podría expresarse así:

“Danzar y crear tus propios diseños, tejer tus caminos, escribir tus poemas, cantar tus historias, pintar tu belleza y dar vida”

“Empuñar la espada de tu verdad, encontrar el sonido de tu voz y elegir la senda de tu destino”  

Una nueva Ética, una nueva Lógica

            Invitamos ahora, a llevar nuestra mirada al ecosistema local del cual formamos parte.

            Vivimos en un espacio territorial que tiene un paisaje, un suelo (la Madre Tierra) con su flora, su fauna, su aire, sus ríos, sus lagos, sus lagunas y sus esteros, sus mares...

            En este paisaje encontramos también grandes aglomeraciones de seres humanos.

            Algunos habitan en barrios privados o en enormes y suntuosos edificios en tanto multitudes se hacinan en barrios con viviendas por demás precarias de cartón o de lona. 

            A muchas y muchos los vemos pernoctar en calles y plazas luego de buscar algún alimento en los recipientes de basuras.

            Asimismo solemos encontramos con comunidades en armonía con su paisaje, tales como las andinas con sus casas de piedra estableciendo un amable diálogo con la montaña.

            Tanto por las calles como por las carreteras circulan vehículos de todo tipo que exhalan sus gases contaminantes. Vemos establecimientos que contaminan con sus ruidos y sus humos, reactores nucleares y fábricas, alguna de alegres juguetes de madera y otras productoras de todo tipo de armamentos. Y toda esta “producción”, sin distingo alguno, se la considera que integra el “Producto Bruto Interno”, la única variable considerada por el neoliberalismo como “indicador de progreso”. Lo mismo da producir agrotóxicos que bicicletas! Un “crecimiento lineal” que no considera la devastación de la vida, la generación de injusticias sociales y ecológicas.

            El rey Wangchuck de Bután afirmó, en un foro internacional, que su país trabaja por la “Felicidad Nacional Bruta”, y no por el “Producto Nacional Bruto”.

            La “Felicidad Nacional Bruta” se basa en cuatro pilares: promoción de la cultura nacional; conservación del medio ambiente; desarrollo económico sostenible y buen gobierno.

            Varios teóricos de una nueva economía trabajan esta idea, entre ellos el chileno Manfred Max-Neef., galardonado en 1983 con el Premio Nobel Alternativo.

            En nuestro Ecosistema Planeta Tierra, viven Pueblos de diversas culturas, con distintas maneras de ver y de estar en el mundo.        

            Así como la biodiversidad biológica hace posible la continuidad de la vida de nuestra especie humana, la biodiversidad cultural es esencial para que se enriquezca nuestro espíritu y nos relacionemos con el Cosmos.

            En lo cotidiano, vivenciamos el sentir la pertenencia a una familia, a un barrio, a un pueblo, a una colonia rural...           

            Esto que es tangible, se toca, se huele, se escucha, constituye el ecosistema del cual formamos parte y, por lo tanto, tiene que ver con la vida de uno mismo en lo cotidiano.

            Cuando tomamos consciencia de esto, nos sentimos movidos a incursionar en cada uno de los componentes de nuestro ecosistema local, ya que todos conforman la trama de la vida.

            Este viajar, explorar, vivir nuestro ecosistema, hace que desarrollemos un pensamiento ecosistémico.

            El pensamiento ecosistémico nos permite comprender que la salud y la vida de las personas está relacionada con la salud y la vida de todos los componentes del ecosistema: el suelo, las aguas, la flora, la fauna, el aire y por supuesto, también nosotros, los especimenes de la especie humana, con sus relaciones sociales, políticas, económicas y ambientales.

            Y más que estar relacionados, el pensamiento ecosistémico significa reconocer y vivir el “intersomos”, es decir, que todos somos uno y coexistimos en un continuo de la vida, que nuestro ser pertenece al ser de los demás, y que somos para, con y en los demás, es decir que en cada instante nos hacemos los unos a los otros. Que somos en las nubes, en lo árboles y en los otros.

            Este pensar y sentir que todas y todos “intersomos”, nos lleva a una ética diferente a la del sistema dominante, a una ética respetuosa de la vida.

            Asimismo nos despertamos a otra lógica. Una lógica que obliga a que el foco de atención de las políticas, las estrategias y los planes estén centrados en la salud de los ecosistemas.

            Una ética y una lógica notoriamente diferente a las del neoliberalismo o patriarcado. El patriarcado se posiciona con la visión de un ser humano fuera y contra la Naturaleza, una ética utilitarista con una ciencia y técnica de la manipulación a su servicio y ostentando una actitud de dominación.

            No nos podemos quedar en este planteo. Es urgente formular y, sobre todo, ejecutar políticas que estén centradas en la Vida.

 

La Estrategia de Atención Primaria de Salud de los Ecosistemas

            Sostenemos que es prioridad en la formulación y en la ejecución de las políticas que las mismas estén centradas hacia la concreción del Derecho a la Salud como Derecho Humano fundamental y componente esencial del Derecho a la Vida. Y decimos todas las políticas y no solamente las políticas de salud.

            Urge que todos los movimientos progresistas del mundo se unan en centrar su mirada en la vida. Y con esto estamos diciendo corrernos del paradigma antropocéntrico hacia un paradigma biocéntrico.

            La continuidad de la vida de la especie humana se halla en grave riesgo ante la desaparición acelerada de las especies vivas.

            Desde los comienzos de la década de los 90 se constata una aceleración notable en la desaparición de especies vivas. La pérdida de la biodiversidad es un indicador elocuente que apela a nuestro instinto de supervivencia.

            Proponemos formular y ejecutar políticas en el contexto de una sociedad democrática participativa y directa que consiste en una revolucionaria, cotidiana y artesanal construcción de ese Otro Mundo Posible que ya está amaneciendo.

            Toda Política que se formule con voluntad de ejecutarla, debe tener clara su estrategia.

            Como estrategia estamos proponiendo la Atención Primaria de Salud de los Ecosistemas.

            Cuando decimos Atención Primaria de Salud como estrategia, nos estamos refiriendo a la Atención Primaria comprensiva e integral, es decir a los postulados de ese documento liminar que es la Declaración de Alma Ata.

            De la misma resaltamos los ejes de justicia social, protagonismo popular, intersectorialidad e integración de saberes.

            La propuesta es aplicar estos postulados a la atención de la salud del ecosistema local con la concepción de que la población es parte de ese ecosistema.

            Para ello sugerimos con entusiasmos que se adopten las premisas de la visión del mundo mejor expresadas por la I Asamblea Mundial de Salud de los Pueblos (Bangladesh, 2000):

 

                        “La equidad, el desarrollo ecológicamente sustentable y la paz son los ejes centrales de nuestra visión de un mundo mejor, un mundo en el cual una vida saludable para todas y todos sea una realidad; un mundo que respete, aprecie y celebre toda vida y diversidad; un mundo que permita el florecimiento de los talentos y habilidades para enriquecer uno/a a otro/a; un mundo en el cual las voces de los pueblos guíen las decisiones que afectan nuestras vidas.  Hay más que suficientes recursos para lograr esta visión.”

 

            Es necesario e imprescindible para la continuidad de la vida que vivamos en un ecosistema de armoniosas relaciones políticas, sociales, económicas y ambientales. Un sistema de relaciones que ame y respete la vida y toda forma de vida.

            Es por ello que insistimos en la formulación y ejecución de políticas globales centradas en la vida. Derecho a la Salud, desde esta visión, tiene su expresión concreta en ecosistemas locales sanos y, en definitiva, el ecosistema Planeta Tierra sea y esté sano.

            Múltiples vivencias en centenares de talleres, como a los que hemos asistido en la Asamblea Mundial de Salud de los Pueblos, en los Foros Internacionales en Defensa de la Salud, en los Foros Sociales Mundiales y en muchos otros eventos que protestan y proponen nos muestran que este ensoñar es posible.

            Sin embargo los Pueblos Originarios y las comunidades campesinas que desde siempre se han sentido parte-de la Naturaleza, son quienes, con su estilo de vida, nos dan las lecciones que con más elocuencia nos proporciona la evidencia de que Otro Mundo es Posible.

 

 

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