Paradigmas » Amanecer de una Nueva Historia - Julio Monsalvo

Última actualización: 14/06/2010

 

AMANECER DE UNA NUEVA HISTORIA
 
Julio Monsalvo
 
Vivencias
 
Mientras participábamos de la Conferencia Mundial de los Pueblos por el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, realizada en Cochabamba, Bolivia, del 22 al 24 de abril de este año, sentimos que vivenciábamos el Amanecer de una Nueva Historia. 
Por primera vez una Conferencia convocada desde un Estado, y un Estado Plurinacional, plantea una nueva civilización para que la vida humana continúe, y continúe no de cualquier manera, sino en el sumak qamaña, en el “buen vivir”. (1)
En los primeros días de enero, Evo Morales Ayma, Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, convoca a la Conferencia Mundial de los Pueblos para tratar las causas estructurales del calentamiento global, buscar soluciones y debatir los Derechos de la Madre Tierra.
La Tierra considerada como sujeto de derecho y no como objeto de posesión, es algo novedoso en el mundo de los juristas. 
Un propósito nítidamente diferenciado de la Cumbre de Copenhague y de las anteriores Cumbres, que sólo buscan mitigar los efectos del calentamiento global.
La Cumbre sobre el Cambio Climático, que tuvo lugar en Copenhague en diciembre de 2009, además de no lograr ningún acuerdo entre los gobiernos, ofreció un bochornoso espectáculo protagonizado por un puñado de países hiperconsumistas y derrochadores, que intentaron imponer un documento para liberarse de su responsabilidad por ser los principales causantes del calentamiento global.
Países a los cuales jamás se los debería haber llamado “desarrollados”. Mucho menos deberían haber sido puestos como modelos a imitar, generando en el imaginario colectivo que integrar ese denominado “primer mundo” es una meta que se debe alcanzar.
El sistema capitalista ha inventado las categorías de países “subdesarrollados” y en “vías de desarrollo”, con el propósito implícito de  inducir al consumismo y a la dependencia.
 
Una Nueva Civilización
 
La Conferencia Mundial de los Pueblos plantea una civilización diferente. El “Acuerdo de los Pueblos”, como se denomina la declaración final de la Conferencia, expresa contundentemente:
 
“La humanidad está frente a una gran disyuntiva: continuar por el camino del capitalismo, la depredación y la muerte, o emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida.
Requerimos forjar un nuevo sistema que restablezca la armonía con la naturaleza y entre los seres humanos. Sólo puede haber equilibrio con la naturaleza si hay equidad entre los seres humanos.” (2)
 
Se esperaban quince mil personas y llegan más de treinta y cinco mil, procedentes de 142 países del mundo, de todos los continentes.
Están presentes representantes de Organizaciones y de Movimientos, grupos informales y personas que llegan por sus propios medios.
Participan muchas más de las personas físicamente presentes, ya que cada una de ellas representa a un sin número de otras y de otros.
¿Cuál es la poderosa fuerza de esta convocatoria que hace que atraiga a multitudes?
Compartiendo lo cotidiano en el devenir de la Conferencia, las charlas, las comidas, las visitas a diversos pabellones, los debates y la música, nos inundamos de esperanzas al sentir las energías que surgen de la opción por la vida, presente en la Humanidad.
Cada vez se toma mayor conciencia de la imperiosa necesidad de un cambio en el modo de convivir para que sea posible la continuidad de la vida de nuestra especie. El Planeta seguirá viviendo sin la Humanidad. La Humanidad sin el Planeta no podrá vivir.
 En la ceremonia inaugural el Presidente Evo Morales señala la gravedad del momento que vivimos, puesto en manifiesto por el notorio aumento de la temperatura del Planeta en los últimos 20 años, el derretimiento de los glaciares y la desaparición de especies vivas.
La mayor cantidad de gases contaminantes de efecto invernadero, son emitidos por los países hiperconsumistas  que cuentan con sólo el 20% de la población mundial.
El sistema capitalista ha dejado ya “una huella ecológica” cinco veces más grande de lo que el Planeta puede soportar.
El espíritu de la Conferencia transmitió y sigue transmitiendo un mensaje al mundo para la defensa de la Madre Tierra, para que la Humanidad pueda seguir viviendo:
 
 “Dejar el capitalismo depredador que nos lleva a la muerte y optar por el camino de la Armonía con la Naturaleza”
 
En total acuerdo con esa exhortación, quien escribe estas líneas se permite compartir algunas reflexiones que surgen de sentipensar que es necesario superar, no sólo el capitalismo, sino algo mucho más profundo que tiene que ver con nuestra manera diaria de vivir.
         Se trata de dejar el capitalismo y abandonar la cultura que lo ha generado.
 
El capitalismo es una conducta humana
 
El capitalismo, como sistema social, político y económico se expresa en la explotación de seres humanos y de toda forma de vida, sin reparar medio alguno.
Las consecuencias se manifiestan en las tan violentas como injustas desigualdades sociales y en las también violentas e injustas agresiones al Planeta todo.
Sin embargo, creemos que es necesario, en este instante crucial en donde se juega la supervivencia de la Humanidad, recordar que el sistema capitalista es un emergente más, entre otros, de una cultura, la cultura occidental. (3) 
Nos atrevemos a afirmar desde una visión fenomenológica, que el capitalismo es una conducta humana.
Una de las premisas de la investigación cualitativa que ve el escenario como un todo sin reducir a variables, afirma que la conducta humana se genera por la manera en que la persona define el mundo. (4)
De allí que los investigadores cualitativos tienen como herramientas de recolección de datos la “observación” (lo que la gente hace) y la “entrevista” (lo que la gente dice que hace).
Maturana, al desarrollar extensamente su perspectiva de cultura, expresa que la misma surge cuando una comunidad humana comienza a convivir de una manera en que se entrelazan el actuar y el emocionar, “la emoción define a la acción”. (5)
Una cultura es una manera de vivir que se naturaliza y se conserva generación tras generación en el aprendizaje de los hijos. De esta manera los cachorros humanos que nacen en el escenario de la cultura occidental, han naturalizado el individualismo, la competitividad y también las inequidades y los atropellos a toda forma de vida del Planeta.
 
La ciencia también es una conducta humana
 
Lo que afirmamos respecto al capitalismo como conducta humana se aplica también a la ciencia. Los epistemólogos conciben “la comprensión del proceso de la ciencia, como un hecho de la cultura” (6). La ciencia es una conducta humana.
La cultura occidental, al imponer su sistema de valores a la humanidad, se ha apropiado del vocablo “ciencia” para utilizarlo en exclusividad.
Muy lúcidamente Juan Samaja señala que a las finalidades de la ciencia, de producir conocimientos por los conocimientos mismos y por sus consecuencias prácticas, se debe agregar la de contribuir “a los procesos de estabilidad ideológica y, consecuentemente política, de las sociedades humanas”. (7)
Kuhn en su obra “La estructura de las revoluciones científicas” identifica períodos de “normalidad” de la ciencia en donde los conocimientos se acumulan como los ladrillos de un edificio. El edificio debe tener cimientos. El “cimiento” de la ciencia en períodos de normalidad son los conceptos y los valores consensuados por la comunidad científica. Es lo que se define como “paradigma”, lo que no se discute. (8)
Cuando el paradigma se cuestiona y llega a desecharse, todo el edificio se viene abajo, se adopta un nuevo paradigma que reemplaza los cimientos, y todo comienza de nuevo.
Esto ocurrió con la teoría geocéntrica cuando fue reemplazada por  la heliocéntrica, entre los siglos XV y XVI.
Desde los albores del siglo XX, los descubrimientos del mundo subatómico, la física cuántica, la física de los procesos en no equilibrio, el pensamiento sistémico, la autopoiesis, la teoría de las supercuerdas, y muchas otras vertientes de distintas disciplinas, están haciendo tambalear el paradigma de la ciencia positivista.
Una ciencia, producto de una determinada manera de ver el mundo, conlleva a buscar conocimientos cuyas aplicaciones sean coherentes con los valores que sustenta.
 
La ciencia al servicio de las luces de la civilización
 
Probablemente, el más claro exponente de la ciencia al servicio del modelo civilizatorio actual sea James Lovelock, el prestigioso científico británico, quien junto a  Lynn Marguliss, bióloga estadounidense, fundó la Teoría Gaia. 
Esta Teoría concibe al Planeta Tierra en su conjunto como un solo ser vivo con capacidad de autorregularse. Gaia es el nombre que los griegos daban a la Diosa Tierra.
En su último libro “La venganza de la Tierra” (9), escrito a los 86 años de edad, expone descarnadamente el estado de salud de Gaia ocasionado por el intervencionismo humano, especialmente por el empleo de combustibles de origen fósil y la destrucción de los hábitats naturales como causantes del calentamiento global.
Su juicio de valor es que “lo que está en juego no es la supervivencia de la especie humana sino la supervivencia de la civilización”. Según su manera de percibir la realidad, a pesar de lo que perjudicamos al Planeta,  “la civilización nos redime y nos convierte en un bien valioso para la Tierra”.
Se define como médico de Gaia y desde ese lugar receta la energía nuclear. Considera que la misma “es simplemente el medicamento que nos proporcionará una fuente segura y constante de electricidad para que las luces de la civilización sigan encendidas…”
A Lovelock le preocupa que no falte la energía, ya que “la civilización se derrumbará si abandonamos la tecnología”.
         ¿Por qué Lovelock no propone las energías no contaminantes como la solar o la eólica?
         Porque a su criterio estas fuentes no pueden, con su desarrollo actual, sostener el modelo civilizatorio. Aspira a que a largo plazo “la energía alimentada por el sol y las energías renovables estén disponibles”. Pero en tanto, insiste en que la energía nuclear “causa perjuicios mínimos a escala global”. No aclara los perjuicios en el ecosistema local.
         Más aun, Lovelock estimula proyectos de macroingeniería,  tales como construir una pantalla de 11 Km. de diámetro ensamblada por astronautas en el punto en que la atracción del Sol y de la Tierra sean iguales y opuestas, crear artificialmente nubes bajas sobre un gran área sobre los océanos, y otros proyectos concebidos únicamente para mitigar los efectos del calentamiento global.
         Lovelock propone que el combustible de los aviones contenga sulfuro, de esta manera cuando vuelen por la estratósfera, el sulfuro se oxidaría y formaría un aerosol de ácido sulfúrico que contrarrestaría el efecto invernadero.
Añade que “las rutas aéreas más transitadas del hemisferio norte están predominantemente en la estratósfera”.
         Como vemos, ciencia y tecnología para tratar los efectos del calentamiento global y no para abordar las causas.
         Por otra parte, propone darle un descanso a Gaia dejando de cultivar y haciendo que la Humanidad se alimente con comida sintética, viviendo en ciudades compactadas.
“Hoy el objetivo de la ciencia es casi sinónimo de dominio y control sobre la naturaleza y está estrechamente ligado a la tecnología”, nos dice Fritjof Capra, el prestigioso físico cuántico que propugna el cambio de paradigma científico. (10)
 
No es sólo dejar el capitalismo
 
Si el capitalismo  y la ciencia son conductas humanas que emergen de una manera de ver el mundo, nos debemos preguntar si se trata de cambiar las conductas o de cambiar la manera de ver el mundo.
¿Cómo es la visión del mundo de los humanos de la cultura occidental, que genera tales conductas?  ¿Cuál es su paradigma, es decir los valores consensuados que no se discuten?
A nuestro entender, lo esencial es que los humanos pertenecientes a esta cultura, tienen en común que se sienten el centro del mundo, considerándose seres superiores.
Se ven por fuera de la Naturaleza, con derecho a poseer y acumular lo que le plazca.
Emblemática la expresión de Francis Bacon (1561-16269): debemos “subyugar a la naturaleza, presionarla para que nos entregue sus secretos, atarla a nuestro servicio y hacerla nuestra esclava”. (11)
Este sentimiento hace que surja en ellos el afán de controlar y dominar. Dominar a otros seres humanos y a toda forma de vida, cosificándolos como objetos de mercado. Consideran a la Madre Tierra como una proveedora de materia prima.
El Paradigma de la Cultura Occidental es llamado “Antropocéntrico”. Los hombres se sienten fuera de la Naturaleza, el ser humano aquí y la Naturaleza allá. Naturaleza es la flora, la fauna, los mares, los ríos. Lo curioso es que en esta cultura los hombres no se preguntan qué son.
Son sus valores el tener; el crecimiento lineal de la producción y de la acumulación; la competitividad; las estructuras de poder piramidal; la visión dualista de la realidad (cuerpo/psiquis; materia/energía; etc.)
Decimos “hombres” con toda la intencionalidad de referirnos especialmente al género, ya que asumen la actitud patriarcal que se caracteriza  por jerarquizar  la fuerza y el poder. 
Se naturaliza la palabra lucha, se naturaliza la actitud de luchar y se crean conceptos que la justifican. Lucha contra las enfermedades, las plagas, la pobreza, la contaminación, las injusticias sociales y mucho más, y así naturalizamos algo tan horrendo como las guerras.
Lo que ha provocado y sigue provocando el calentamiento global es el antropocentrismo que ha generado estas conductas suicidas, causando tremenda devastación a nuestro propio hogar que es el  Planeta.
 
Civilización en Armonía con la Naturaleza
 
El “Acuerdo de los Pueblos”, declaración final de la Conferencia Mundial de los Pueblos, propone un modo de convivir que restablezca la armonía con la naturaleza y entre los seres humanos”.
Afirma que “sólo puede haber equilibrio con la naturaleza si hay equidad entre los seres humanos”.
Para ello, añade,  “planteamos a los pueblos del mundo la recuperación, revalorización y fortalecimiento de los conocimientos, sabidurías y prácticas ancestrales de los Pueblos Indígenas, afirmados en la vivencia y propuesta de “Vivir Bien”, reconociendo a la Madre Tierra como un ser vivo, con el cual tenemos una relación indivisible, interdependiente, complementaria y espiritual.”
Se trata de abrazarnos a una cultura que genera conductas diferentes.
Conductas evidenciadas en un sistema social, político y económico diferente, y en una ciencia también diferente. Uno y otra al servicio de la armonía.
¿Cómo ve el mundo esta otra cultura?
Desde hace tres décadas,  viviendo y trabajando en el norte de mi país, Argentina, me he encontrado con los Pueblos Originarios Qom, Wichí, Pilagá, Mocoví, Guaraní y con comunidades de familias campesinas criollas.
Todos estos grupos humanos tienen sus particularidades que los identifica, tales como idiomas, alimentos, organización social, arte y otras.
Comparto mi vivencia personal: mi mayor descubrimiento ha sido que todas y todos se sienten parte de la Naturaleza, vida dentro de la Vida.
El mayor regalo que he recibido en lo personal, es recuperar el sentido de pertenencia a la Naturaleza, pertenencia a la Vida. Alguna vez fui también Pueblo Originario.
Este sentido de pertenencia genera otra ética, otro modo de convivir.
También genera otra ciencia. Capra expresa el anhelo de ver  “una ciencia en la que los científicos cooperen con la naturaleza y busquen el conocimiento para aprender sobre fenómenos naturales y ser capaces de `seguir el orden natural y el fluir de la corriente del Tao´ como dicen los sabios chinos”.
La esencia de esta cultura es el valor de la Vida, el sentido de pertenencia nos induce a sentir naturalmente que la Vida es el centro. De allí que la llamamos Cultura Biocéntrica. También se la llama “Matrística”  por sus características cooperativas, intuitivas y respetuosas de la Vida.
El Paradigma de las culturas de los Pueblos Originarios y de las comunidades campesinas, en especial de las mujeres, es el Paradigma Biocéntrico, es decir, desde el cual se concibe que la Vida es el centro de todo y que a ella le pertenecemos.
          Sus valores son el ser/estar; relaciones en redes; respeto; solidaridad; sustentabilidad; visión holística del Universo. La Vida es un entramado de relaciones y los seres humanos una hebra más de la trama de la Vida.
 
Jallalla
 
Jallalla” es una voz aymara, que expresaesperanza, satisfacción y agradecimiento por la vida, y que comúnmente se utiliza al principio o al final de un acto espiritual.
Durante el desarrollo de la Conferencia, en reiteradas oportunidades el grito ¡Jallalla! brotaba desde lo más entrañable de los que participábamos.
La revolución que estamos ya protagonizando es el cese del antropocentrismo y del patriarcado, para abrazarnos al biocentrismo y a lo matrístico.
Y esto es un acto espiritual. ¡Jallalla!
Muy claro lo podemos tener intelectualmente. Recordando que el emocionar es lo lleva a la acción, tenemos que sincerarnos y sentipensar nuestra relación con “las luces de la civilización”.
¿Por qué tienen que seguir encendidas las luces de esta civilización? ¿Por qué no cambiar ya de estilo de vida? ¿Por qué no adoptar ya otros patrones de consumo y de producción?
         ¿Por qué en lugar de pensar en fuentes de energía al servicio de un modelo de Vida que destruyen el planeta y acaban con nuestra propia vida, no pensamos en una reinvención de nuestra manera de vivir que nos permita seguir formando parte de la Vida?
¡Jallalla!
 
 
(1) Constitución Política del Estado (de Bolivia), 2009, Art. 8º.I, expresa que el Estado asume y promueve como uno de sus principios éticos-morales el “suma qamaña”, voz aymara que significa “vivir bien”
(2) Ver texto completo en el sitio oficial de la CMPCC http://cmpcc.org/2010/04/24/acuerdo-de-los-pueblos/
(3) Payán, Sandra Isabel; para pensarNOS, para verNOS, para encontrarNOS, Cuadernos para la Emancipación, Nº 3, setiembre 2007, pág.19-24
(4) Taylor, S.J. y Bogdan, R.; Introducción a los métodos cualitativos de investigación, Paidós, Barcelona, 1996, pág. 23
(5) Maturana, H.; Conversaciones matrísticas y patriarcales, en Amor y Juego, Editorial Instituto de Terapia Cognitiva, Santiago de Chile, 1995, pág.19 y sig,
(6) Samaja, Juan; Epistemología y Metodología, Eudeba, Buenos Aires, 1993, pág,14
(7) Samaja, Juan; op.cit, pág. 21
(8) Kuhn, T.S.; La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de cultura económica, México,1980, (especialmente cap.VI y VII)
(9) Lovelock, J.; La venganza de la Tierra, Planeta, Buenos Aires, 2007, pág.29
(10)Capra, Fritjof y Steindl-Rast David; Pertenecer al Universo, Planeta,Buenos Aires, 1991, pág.34
(11)Boff, Leonardo; Ecología, Lumen, Buenos Aires, 1996, pág.21
 
 
 

 

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