Crónicas de Vivencias » Vivenciando partes de un todo - Claudia Pineda

Última actualización: 04/06/2011

 

VIVENCIANDO PARTES DE UN TODO
 
 
Claudia Pineda
 
       
        La que escribe hoy esta crónica, es estudiante de psicología social, que ha aprendido de la teoría y vivenciado desde la práctica, que solo podemos constituirnos como seres estando con y entre otros.
 Esta idea internalizada, permite e impulsa a esta estudiante, ver sucesos de la vida cotidiana desde una crítica a la misma, buscando otra mirada, otra vuelta de espiral otra perspectiva para completarse. Tarea esta, en la que todo ser humano,  nunca se cierra, nunca se culmina, y siempre nos mantiene activos hasta la última bocanada de aire que damos, buscando completarnos en y con los demás, ante la realidad que se nos vaya presentando.
La realidad que ha impulsado estas palabras, y que recuerda de nuevo la tarea de búsqueda, de quien las explicita, es la de un joven de 32 años que decide quitarse la vida.
 Este suceso, desde el sentir de quien escribe, es una de aquellas que no dejan de sorprender, de conmover y que buscan imperiosamente la contestación de la tan mencionada pregunta ¿Por qué?
 Las respuestas nunca llegarán a satisfacer a la pregunta, pero si, abre a la revisión de ciertos mandatos que nos traviesan y que se van gestando entre unos y otros, de la cual podemos ser partícipes de una transformación.
 Algunos de estos mandatos, se reflejan en una simple vocal, la vocal O. Continuamente estamos inmersos en antinomias que reflejan lo dicho: hay que ser racional O emocional, femenino O masculino, alegre O triste.
Todas estas, (al modo de ver de quien escribe) escisiones impuestas equivocadamente, no nos permiten sabernos y sentirnos como un todo que las incluye, como partes contrarias que se necesitan para que podamos conformarnos como lo que somos. Seres singulares en una unidad de lo múltiple.
Estas divisiones, nos llevan a la postura de tener que tomar una de ellas, despojándonos de la otra, para continuar nuestro andar.
Así, caminamos no dándonos el permiso para ser partícipes de nuestra realidad desde nuestros opuestos, desde nuestra unidad con lo múltiple. Y la vida, es un compendio continuo y constante de significados y de múltiples significaciones, donde el hacer masculino Y femenino, el pensar racional Y emocional, y el sentir alegre Y triste, pueden converger hacia una apropiación de nuestra cotidianeidad, en una síntesis transformadora.
        El camino en que vamos completándonos con y entre otros, nos debe posicionar en un nuevo paradigma que incluya el reconocimiento y la aceptación de los opuestos, que lejos de eligir con cual quedarnos, nos debe permitir el encuentro “Resignificándonos” de y en ambos.
        También la Alegremia se une en su par opuesto, aceptando y reconociendo a la Tristecemia como parte de la vida y del acontecer que nos atraviesa.
Tristecemia, que nos da el permiso de sentirnos a veces impotentes, a veces con rabia ante las injusticias, pero siempre con la opción de aprender y desaprender de ella, reconociéndonos seres necesitados e incompletos.
        Desde este reconocimiento, es que la Alegremia puede brillar aún más en las miradas de quienes la adoptamos, no como filosofía de vida, si no como actitud ante de ella. Como tal, es que nos permitimos sentir las heridas, los dolores, las nostalgias, acompañándonos.
 Sabemos que están, que son parte de nosotros, pero lejos de sentirlas como agua que nos ahoga, como calle sin salida, la sentimos como olas que nos movilizan, como pasajes que nos conducen a nuevas tierras, nuevos conocimientos. Y así caminamos. 
Esta actitud ante la vida, lleva implícita la misma fuerza que hace se hace realidad en las acciones, las miradas, los encuentros. La fuerza del AMOR. Aquel, que nos permite tolerar y aceptar nuestros opuestos internos,  y los externos, para poder construirNos con y entre los demás.
 
Formosa, mayo 2011
 

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