Cartas que salen del cuerpo » Nro. 238 - Colombia - 06/10/16

Última actualización: 05/10/2016

Carta 238: 06/10/16

 

COLOMBIA

 

     Amo a Colombia… Es el país de Sandra, mi compañera de la vida… Amo su gente… Amo sus montañas, sus mares, su cielo... La Vida me ha regalado disfrutarlos conversando con infinidad de personas, recorriendo caminos y calles, visitando hogares y pueblos, trepando cerros, navegando el Pacífico…

     ¿Cómo no sentir tristeza ante el resultado del plebiscito en Colombia que ha rechazado los Acuerdos de Paz?  

     Lejos de pretender hacer una interpretación sobre el voto negativo y la elevada abstención, me permito señalar que más de seis millones trecientas mil personas votaron por el Sí.

     Se trata de una cifra importante.  Por las informaciones que llegan, son personas que votaron apoyando plenamente la Paz.

    Por otra parte, en todo este proceso de tratativas que llevaron cuatro años, tuvieron lugar movilizaciones y un gran despliegue de sentipensares y emociones por la Paz. Estas energías siguen actuando y están presentes en la Humanidad toda y en especial en el pueblo colombiano.  La Esperanza sigue en pie.

     La tristecemia no es incompatible con la Alegremia, dijimos alguna vez. Y en estos momentos en que nos invaden la tristeza y la incertidumbre por lo que ocurrirá de inmediato en la amada Colombia, está presente la Alegremia que nos energiza, que no permite decaernos ni deprimirnos.

     La Alegremia nos hace Esperanzar. La Esperanza  nos lleva a la acción para continuar en cada instante de nuestro ciclo planetario, trabajando por la paz, por la vida.

    Estamos convencidos que la gran tarea es ir a lo más profundo, asumir el desafío de recuperar la Cultura de la Vida.

   Decimos recuperar, pues sentimos que la Cultura de la Vida, es la Cultura natural del ser humano.

    Cultura de solidaridad, de escucha a la Amistosofia que nos enseña el camino de las relaciones saludables con la Vida en todas sus manifestaciones.

   Cultura de fraternidad, sin odios y sin rencores, una cultura de la cooperación, de la ayuda mutua…  Cultura donde la violencia no tiene lugar.

    Cultura que recuperándose en cada ser, en cada familia, en cada círculo de amigas y de amigos, genera núcleos que irradian las energías para el desaprender la cultura adquirida de la competitividad, de la violencia, de la depredación, de la muerte.

    Y de esta manera, sin discursos ni teorías, encontrándoNOS en el mismo sentir, contagiar Alegremia, Amistosofía y Paz.

        Hasta la Victoria de la Vida Siempre!

                                                              Julio

 

 

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